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nº 64, junio 2025

Convocatoria de librevista a escribir desde la izquierda democrática, nítida, equitativa y plural.

Devoluciones – 1

x Alejandro Baroni Marcenaro

Fuente: @elordenmundial en X

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Propusimos a amigas y amigos de librevista que escribieran presentándoles este texto disparador:
El año 2025 está repleto de novedades y desafíos para las izquierdas democráticas nítidas y sus propuestas.
Está instalada una batalla cultural.
Con estas palabras guía como referencia: ideas, ideologías, teorías, izquierdas, democracias, dictaduras, guerras, mundo, emancipaciones de la humanidad, perspectivas particulares, ampliaciones culturales, les
invitamos a escribir desde una perspectiva de izquierda democrática nítida, equitativa y plural.

Al momento, llegaron varios ensayos, y esperamos más.
Escribieron Rodrigo Arocena (Las izquierdas y las ideas), Maximo Cano (Marionetas de carne), Lie Caseiro (Por uma nova mentalidade, superando a luta de poderes-Por una nueva mentalidad, superando la lucha de poderes), Leo Harari (No quiero convencer, quiero compartir. Es un desahogo), Bety Ortega (Hay que asumir y construir la pluralidad del mundo) y Luiz Eduardo Soares (Alem da distopia-Más allá de la distopía).
Con agradecimiento, alegría, aprendizaje y disfrute por el intercambio, va una primera devolución con comentarios abiertos insuficientes, eligiendo aspectos de los textos, presentando temáticas comunes, expresando acuerdos, matices y discrepancias. 

 

Sí es una batalla cultural

Los ensayos recibidos lo muestran. No es un invento de la derecha. Esta batalla existió siempre, las posturas y ensayos publicados en librevista durante mucho tiempo también son una pequeña prueba de ello.
Las reacciones guerreristas, mercadolátricas, discriminatorias de las diferencias habilitaron para sí la advertencia de Gramsci desde la cárcel acerca de la batalla de ideas y sentimientos, en un mundo de izquierda entonces dominado por el objetivismo, el materialismo dialéctico idealista y el cientificismo-positivismo. Poco del amor fati nietzschiano que trajo Lie Caseiro[1] .
Al día de hoy, las izquierdas quedaron con esos y otros tremendos agujeros para registrar y salir de ellos, como la idea de que un sistema socialista de partido único derrotaría a un sistema capitalista.
Las derechas ya saben que el mercado no arregla todo, que el derrame de riquezas se produce para una parte de la humanidad y se obligan a introducir sus narraciones. Saben que la guerra fría del siglo 20 trasmutó, se metamorfoseó, y que deben atacar en los puntos débiles del progresismo y los movimientos equitativos. No les presenta dudas que las confrontaciones se juegan en las mentes de los ocho mil millones de habitantes de la tierra, y mucho menos en las capacidades de los drones y mercenarios.
    
En un terreno que se creía dominado, las izquierdas no deberían sorprenderse por la expresión batalla cultural, nubladas tal vez por la abundancia de leyes, constituciones e instituciones que crearon y quedaron parte en papel y redes, o en lenguajes alternativos tribales progresistas que no logran acceder al sentimiento, ni a persuadir a tanta gente que se siente amenazada por la pobreza, la discriminación, el desencanto, las guerras locales, y encaran las migraciones desde el sur americano y africano hacia el norte.
Las mentes y sentires están en disputa. Como dijo Rodrigo Arocena en su ensayo[2] , “se registra como un dato de la realidad que el debate ideológico tiene demasiado poco vigor en tiendas progresistas, lo cual le deja ese campo bastante libre a las derechas y aun a las iniciativas de las nuevas derechas extremas”. El enfoque normativo, fáctico y propositivo de Arocena es diferente al planteado en Contingencia, particularidad, solidaridad y equidad[3] , aunque son confluyentes sus preocupaciones por una mejor izquierda democrática y el convencimiento de que las ideas son guía para la acción, siendo acción por sí mismas. Tal vez en estas batallas, la dicotomía entre el instinto social e individual planteado por Leo Harari[4] , que sin duda algo así existe, pueda resultar insuficiente para entender las variaciones e incorporaciones sorprendentes en ideas y afectos actuales.

Es que está todo muy mezclado, simple y exigente a la vez.
Por ejemplo, hay religiones con sentido social más o menos restringido, nuevas individualidades complejas y se manifiesta la teología de la prosperidad para salir de la pobreza. ¿Cómo es que Alice Weidel, líder de la Alternativa por Alemania (AfD) antimigratoria, es a la vez una mujer lesbiana que cría dos hijos con su pareja originaria de Sri Lanka? ¿Cómo puede ser que Vance, Trump o Milei hablen de libertad y tiranías cuando introducen un grado de dictadura tras de otro? ¿Y que publicaciones y analistas progresistas los traduzcan con enorme favor como libertarios, por la expresión libertarian en inglés? ¿Cómo es que puedan disputar el valor de la libertad? ¿Está olvidada la tradición libertaria equitativa? ¿La que se asienta en una nueva mentalidad que rechaza la lucha de poderes?[5] . Durante mucho tiempo estuvo y está aún presente en las izquierdas una vaga e inútil defensa de regímenes de partido único agonizantes, con pasados mejores y justificables en su momento, está un cierto menosprecio, como que sería débil (!!??), por la necesaria izquierda plural[6] que subraya Bety Ortega, y un persistente abrazo increíble al pensamiento seguidista, maniqueo, esclavo, perimido, según bloques hechos sujetos, según la geopolítica unilateral que menciona Luiz Eduardo Soares[7] .
Se reclama adecuada y correctamente un cese inmediato del fuego en Gaza, el retorno de los rehenes, el cese de los bloqueos a alimentos y medicinas por ambas partes, la devolución de territorios ocupados. Ahora debe agregarse el alto del bombardeo de Trump a territorios de Irán. Todas cosas inmediatas para hacer. Debería considerarse, al mismo tiempo, con detenimiento, pensando en el día después, que Hamas –maestros ciegos del error estratégico y mortal, con su atentado de octubre de 2023– y otras formaciones que convencen y reclutan a tantos jóvenes rebeldes palestinos en la miseria y con familiares muertos, son fundamentalistas islámicos reaccionarios, indefendibles. En esa línea, ¿Hay que elegir entre los regímenes de Israel e Irán, que se quieren borrar del mapa uno al otro? ¿Entre dos regímenes que se asignan destinos manifiestos y disfrutan de policías de la moral? No, paren su guerra. ¿Otra vez presos de las dicotomías que se presentan? ¿De los tejes y manejes imperialistas y sus socios locales? ¿De la admisión de estas guerras como deliberadamente necesarias y justas? No.
Como si la gente fuera estúpida, aunque a veces muchos lo parezcan y otras muchas disimulen. Parece chiste.
Decía Albert Camus en 1956: “el mantenimiento de Franco en el poder marca desde hace años el imperdonable fracaso de la política occidental y…el extravío cínico de la política oriental”, con estricta aplicación a los Trump, Netanyahu y Jamenei y a los bloques de hoy. Persiste y se acentúa el riesgo de una guerra nuclear, por lo que la eliminación de esos arsenales se hace necesaria, hoy contando con buen ambiente y aprobación entre los ciudadanos del mundo. Camus también decía que prefería ser un soñador a ser un asesino. ¿Una bomba nuclear? ¿Una bomba que rompa varias decenas de metros de hormigón armado?


La película Hiroshima de Hideo Sekigawa (1953) debería ser obligatoria para jóvenes y adultos en formación –no hay, en quienes no la sufrieron, la más pálida idea de lo que fue─ advirtiendo que es muy difícil verla por segunda vez. Los dilemas en la Oppenheimer de Christopher Nolan (2023) son soplido de viento refrigerante al lado de los vientos y fuegos nucleares.


¿Qué se puede agregar? Las posturas del no alineamiento y pacificación cuentan con valiosos antecedentes en el mundo y son las únicas en condiciones de hacer izquierda en el primer cuarto del siglo 21.
Maximo Cano deja caer su jura de fidelidad a la bandera[8] y su personal posible reclutamiento para una eventual guerra y se pregunta qué le podría tocar “cuando el anterior presidente (del Uruguay, Lacalle Pou, ed.) decidió tomar parte del reciente conflicto entre Rusia y Ucrania poniéndonos en el punto de mira si el asunto iba a peor”.
Parece que el mundo fuera cosa de naciones, bloques, de sujetos geopolíticos, de Estados. “Israel e Irán tiran misiles”, “Estados Unidos tirabombas” (sic) ¡qué capacidades raras! ¡Un retroceso desde el viejo internacionalismo! Buen momento para proponer un trans-nacionalismo, desde abajo, basado en las posturas de las personas. ¿Podría comenzarse por un simple no alineamiento? ¿Como acción de una nueva individualidad y sus asociaciones colectivas libres?

 

El imperativo ético

Rodrigo Arocena expone en Las izquierdas y las ideas una postura basada en tres enfoques ordenados, el primero ético normativo, el segundo fáctico y el tercero propositivo, “combinados entre sí, aunque no confundidos”. De pique se separa de un materialismo totalizante: “empezar por lo normativo no es lo habitual, por ejemplo, entre quienes reivindican en su totalidad la concepción materialista de la historia. Aquí se asume que ese enfoque interpretativo hace sustantivos aportes a la comprensión de las experiencias colectivas, pero se consideran erróneas sus formulaciones más ambiciosas, las que pretenden conocer en profundidad las dinámicas de la sociedad y asegurar que ellas de por sí garantizarán la realización de un cierto enfoque normativo”.
Es completamente compartible su rechazo a los escándalos humanos como hambrunas, matanzas, desigualdades, represión social, explotaciones diversas, odios, venganzas, manipulaciones ideológicas y comunicacionales, su creencia en una izquierda democrática y la importancia de la lucha de ideas, así como su valoración positiva del liberalismo político, entre otras coincidencias.
Este texto no pretende agotar temáticas sino abrir conversaciones, por lo que es útil aproximar la teoría o familia de teorías que sustentan a Las izquierdas y las ideas. Existe una extensa bibliografía que abona esta familia de ideas –además de los autores mencionados expresamente– con variaciones teóricas que se originan en Platón, con un núcleo original derecho humanista que puede situarse en la obra de Kant, en autores de la Ilustración, el primer Habermas, el joven Rawls de Teoría de la Justicia. El texto se aparta de la teoría positivista que usualmente se le asigna a Marx, y claramente de los manuales materialistas dialécticos. Es el conjunto de referencias, con matices desde luego, de mayor uso y seguimiento en las izquierdas democráticas contemporáneas.
Alternativa a la anterior, existe otra familia de ideas que se ha presentado con diversos acentos en el pensamiento occidental antiguo, Heráclito, sofistas y estoicos ante un Platón esencialista, la Biblia que mide el árbol por sus frutos, en partes del pensamiento viejo confuciano y más contemporáneo chino, el  Artigas de la dependencia de nosotros mismos, textos de Marx como las tesis 8 y 11, Hegel con su conocer conociendo, Nietzsche y sus rechazos a la moral y metafísicas, pragmatistas norteamericanos renovadores como Rorty y otros autores europeos, el Wittgenstein de Investigaciones filosóficas, el último Rawls, el último Habermas, textos de Judith Butler, de Oyeronke Oyewumi, hermenéuticas, diversos pensamientos y cosmogonías de etnias americanas, José Carlos Mariátegui, Carlos Vaz Ferreira, Luce Fabbri y Héctor Massa. Es recurrente su aparición con escaso registro en reflexiones contemporáneas, aunque muestren mucha eficiencia para interpretar el mundo y superar debilidades en las ideas de las izquierdas democráticas contemporáneas. 
Como ejemplo de textos publicados en librevista que abrevan en estas últimas tradiciones y que refieren a problemáticas compartidas que conmueven al autor de Las izquierdas y las ideas se menciona Contingencia, particularidad y solidaridad[9] y Contingencia, particularidad, solidaridad y equidad[10]

 

¿Quién quiere ir a la guerra?

Incomoda el testimonio de Maximo Cano en Marionetas de carne, acerca de su juramento a la bandera nacional cuando adolescente. “Si no van ese día, no pueden seguir estudiando ni trabajando”. Además, ¡a morir por la patria! No es banal. ¿Es imperativo ir a la guerra si así lo decidiera un gobierno determinado? Cano puso en debate si desde la izquierda deberíamos marchar a la guerra para apoyar nuestra “patria”. Ya el mundo no es un conjunto de naciones, no está funcionando como tal, no existen instrumentos eficientes para definir, parar, mediar en conflictos mundiales, hay un grupito de países que vetan las resoluciones de las Naciones Unidas si les conviene. Una de las guías-antídoto podría ser renunciar a hacer de marionetas de carne.
El joven Maxi no se termina tomando muy en serio a sí mismo, estaría escribiendo como una “divagación fútil”. Conoce gente que no se molestó “cuando, el presidente anterior (Lacalle Pou) decidió tomar parte del reciente conflicto entre Rusia y Ucrania poniéndonos en el punto de mira si el asunto iba a peor”. ¿Será este un canto irresponsable a la bandera?
No mira con espanto a las inteligencias artificiales sino con sentido de oportunidad. No se plantea el riesgo de un apocalipsis, o un final del mundo. “Aprendo más por mi cuenta que en la Universidad”. Interesa lo que dice. Es un síntoma, una lejanía, una guerra que está lejos de nuestras costas, “miro de lejos a la gente que perdió su vida siendo infelices solo porque así podían sobrevivir y me cuestiono si realmente quiero lo mismo”. Los titiriteros “inventan problemas que mueven masas, ideas que parecen revolucionarias y entorpecen a la gente, distracciones para estar cómodos, logros para ocuparnos, ideales para cegarnos. Y, después de eso, cada uno inventa sus propios asuntos” o “el caos de las ideas no entendidas e inacabadas son parte de la vida”. Había comenzado con “este texto…busca acercarse tanto al lector para señalar lo que tiene debajo de su nariz y mencionar lo obvio, pero que la normalización tapó”.

 

Una nueva mentalidad

Es lo que propone Lie Caseiro, en Una nueva mentalidad superando la lucha de poderes. “La izquierda a menudo demuestra dificultades para comprender la realidad contemporánea. Su discurso es una mezcla de idealismo anticuado, orgullo por luchas históricas sangrientas y un resentimiento latente que parece no tener fin…La izquierda, si quiere ofrecer una alternativa real, necesita alejarse del tradicional juego de poder y presentar una nueva propuesta: una diplomacia basada en la humanidad, y no sólo en intereses geopolíticos; una visión del desarrollo que respete la cultura y la autonomía de los pueblos; un compromiso con soluciones que provengan de la sociedad civil y no sólo de los gobiernos”. Caseiro pone a la sociedad civil en el centro, y no a la geopolítica, una lucha de clases perpetua y mecánica o guerras entre naciones o gobiernos. “¿Qué querían realmente los siervos, esclavos y obreros revolucionarios? Libertad. Pero, cuando se rebelaron contra su condición de sumisión, quedaron todavía atrapados en una moral que, al final, apoyó el poder de los dominadores”.
El empoderamiento de la individualidad, la recuperación de la poderosa inocencia, una transmutación-transformación de valores, la voluntad de poder, de crecer, alcanzar más, una gran política puesta en mejores relaciones humanas, sin creérsela, según una mentalidad libre de la búsqueda del dominio sobre otras personas.
Lo que nos plantea la autora puede verse como un cierto retorno a los debates de la Primera Internacional, aquel entre un socialismo “científico” y un socialismo autogestionario utópico libertario y anarquista. Ahora bien, se ha vivido, ya se sabe más que cuando se encendieron esos fuegos polémicos voluntarios. Están ahora a la vista el fracaso posterior de las dictaduras del proletariado y la frustración de diversas experiencias anarquistas. Persisten a la vista o entre cenizas los fuegos libertarios, esa unidad entre la libertad y la equidad desde abajo, sociales. Como que se encuentra y espera y promueve el surgimiento de una nueva individualidad, alternativa al individualismo, base de relaciones equitativas de nuevo tipo, observación que también plantea Soares.

 

A creer con fe laica

Leo Harari en su No quiero convencer, quiero compartir. Esto es un desahogo pega un grito y de entrada dice que se está desahogando. Propone una mística asentada en la humanidad, el “todos nosotros juntos”, por la colaboración, la solidaridad, el cuidado ambiental. A tenerse fe de nuevo, sin iglesias, a tener fe en la humanidad, por un consumo adecuado y austero. Es un discurso poco habitual en las izquierdas, y por ello mismo necesario e inspirador. Pide hablar claramente sin vergüenzas de amor y altruismo, proféticamente, afirmando que hay un mundo mejor al que aspirar y que debe ser mostrado a los jóvenes desencantados que abrazan fanatismos y derechas.
Este grito es un síntoma de que las izquierdas de ayer ya están quedando viejas, más bien limitadas para entusiasmar a la mayoría de la gente joven. Y lo dice: “Nos fallaron, y fallamos, sobre todo. Desde el comunismo de Lenin al romanticismo del Che, desde el Sermón del Monte hasta el cura pedófilo en la esquina del barrio”. Y sin quedarse corto agrega: “también entendimos mal el sentido del progreso, el poder relativo de la inteligencia y la razón y todavía no sabemos qué es, si existe, la naturaleza humana”. Allí el autor ofrece pistas para entender las limitaciones de las viejas izquierdas como fue la sobrestimación de la razón y el convencimiento de que la economía política es una ciencia que delineaba al progreso. Más aún, que se había asido a la verdad y a la moralidad justa con las dos manos. Pues muchos jóvenes ya no aceptan esas moralidades y esas verdades, saben, intuyen, han leído historias, visto muchas imágenes, no se casan fácil. Saben e intuyen que no hay naturaleza humana definida, sino más bien luchas entre Eros y Tanatos, nuevos descubrimientos  neurológicos, antropológicos, del comportamiento humano y el ambiente, con sus correspondientes dudas e incertidumbres, presencian la introducción general de la estadística y su manejo limitado de certezas. ¿Cómo persuadir de que el egoísmo sistemático conduce a la infelicidad, de que el futuro será producto de la humanidad y no de líderes mesiánicos, iglesias y sacerdotes? Abrazar la buena ética y practicarla, desde luego, sin pasarse a la religión ética. Para empezar, se haría bien en privilegiar a niños y jóvenes en formación frente a jubilados y profesionales establecidos.

 

La pluralidad ante la identidad

La hipótesis de Nietzsche de que el sujeto es una pluralidad está vigente. “Quizá no sea necesaria la suposición de un sujeto: quizá sea lícito admitir una pluralidad de sujetos, cuyo juego y cuya lucha sean la base de nuestra ideación y de nuestra conciencia”. Bety Ortega en Hay que asumir y construir la pluralidad del mundo trae la pluralidad necesaria para hacer izquierda con intensidad. El caso de Morena, el partido gobernante en México, el PT y aliados brasileños, el Frente Amplio uruguayo, la Convergencia social y Frente Amplio chilenos, el amplio Movimiento al Socialismo boliviano de hace unos años, el Pacto Histórico colombiano, el incoherente partido peronista argentino, como lo es el Movimiento Revolución Ciudadana ecuatoriano. Ninguno igual al otro, cualquiera de ellos han hecho izquierda, han mediado, se han replegado, hecho derechas, algunos habilitaron corrupciones que no cortaron a tiempo, otros se autodestruyeron, a veces ampliaron grados de democracia, otras grados de dictadura, acumularon aciertos y frustraciones. También crearon enojos en quienes aspiran al purismo y vanguardismo en un mundo ideal. ¿Pueden denominarse progresistas? No definida ni permanentemente, lo que puede afirmarse es que habilitaron izquierdas y mostraron grados de pluralismo. En momentos alegraron y en otros exasperaron, hoy alegran y exasperan. ¿En América, puede pensarse en estas y otras formas de confluencia política que grandes cantidades de personas acepten y voten? ¿Puede pensarse para otras partes del mundo?¿en movimientos específicos e izquierdas agregativas, que acumulen con otras, que incorporen teoría renovadora sustentable, eviten mirarse exclusivamente el ombligo o pensar en modelos y entelequias, olviden interpretaciones ya fracasadas y no se vean entre sí como enemigas? ¿Con amor y humor? ¿esperanza? Parece que por ahí –con nuevas mentalidades, amplitudes culturales e intensivas escuchas– va el camino de iniciativas que agreguen izquierda, que limiten, encuentren debilidades y frenen a las derechas que, vale siempre recordar, reaccionan ante los pasos mejores y peores de las izquierdas (y no al revés).
 

Valores, cultura y nuevas narraciones

En línea con la revalorización de las ideas y la cultura que se expresan en esta convocatoria, Luiz Eduardo Soares en Más allá de la distopía reacciona ante “los dogmas “materialistas, ya sean liberales o marxistas. A pesar de las diferencias, ambas tradiciones creen en el predominio del interés y su autoevidencia, subestimando el papel de los valores y creencias”...“no parece que estas ramas más sensibles a la complejidad de la experiencia humana se hayan vuelto hegemónicas en el campo de la izquierda. Tanto para analizar situaciones históricas como, quizás sobre todo, para formular estratégias”. Soares critica las puestas en foco de unilateralidades como las luchas de clases nacionales y las visiones geopolíticas que provocan el declive del internacionalismo, perpetuando el “código maniqueo de la guerra fría”.
El autor usa indistintamente “extrema derecha” y “neofascismo”, luego de comentar adecuadamente la inclusión de valores culturales precisos en las miradas y así debilita su punto, copiando involuntariamente los códigos maniqueos y dicotómicos de la guerra fría. Neofascistas versus neocomunistas –en eso termina la introducción generalizante de un neofascismo– no es una dicotomia que describa adecuadamente la situación contemporânea, como si una contradicción o una dicotomía pudiera hacerlo y así lo entiende el autor cuando se planta frente al maniqueísmo. Que existan líderes y grupos neofascistas no hay duda, el punto es si la gran cantidad de personas diversas que votan a un Bolsonaro, Milei, Trump o Meloni son en su mayoría añorantes fascistas o si es necesaria una caracterización concreta más precisa, en cada país, para disputar sus ideas más efectivamente, como ha sido dicho, accediendo, investigando en sus valores, utilizando lenguajes contemporáneos sin dicotomias estériles que aíslan de la gran política. El lenguaje denota, crea realidades, el punto es que si no confluye con los intereses, culturas y disposiciones voluntarias e involuntarias de las personas que interesan, contribuye a las derrotas.
Soares afirma que la transición al socialismo es un debate perimido, pues ya no se sabe bien qué es el socialismo, y es compartible su juicio.
Debería enfatizarse más que la confrontación múltiple” o “hub” de conflictos es izquierdas versus derechas, incluyendo a las vidas versus las muertes.
Esto es, el objetivo de las izquierdas es hacer más democracia y más izquierda, es ampliar los horizontes de la libertad y la equidad, es proponer soluciones efectivas a la pobreza, la marginación, el desencanto y las discriminaciones. Y modificar caminos...
Las salidas de camino de las ex izquierdas socialistas hacia las dictaduras trajeron los regímenes de partido único, que hoy se convirtieron en un gol en contra.
Las carencias de las izquierdas en facilitar equidades a sus ciudadanos, las caídas en la corrupción, las veleidades impresentables de líderes, las decisiones que debilitan y desprestigian la política, la determinación del dinero en la acción política, altas concentraciones de ingresos, desprotecciones del ambiente, y otras, agregaron dificultades en tránsito de resolución.
El apego a la idea de verdad e identidad, pudo en ocasiones culminar en autoritarismos. Enfrentar la lógica de la diferencia y la lógica de lo común constituye una falsa oposición. Estar alertas ante abusos y discriminaciones, stay awake no es sinónimo de postulaciones milenaristas redentoras, sustanciales, aprioristas ni de igualdades metafísicas, sino un alerta necesaria para avanzar. Ni unos mejores ni otros peores, los fenotipos están, los interminables colores de piel se seguirán mezclando, como las etnias, cosmogonías occidentales o milenarias con las elecciones de género y las prácticas sexuales múltiples. Las diferencias pueden, sin etiquetarse, convivir en lo común sin cancelaciones por decretos, lenguajes o morales correctas impuestas u obligatorias.
Dice Soares con mucho interés que “la mayor referencia para la filosofía política del futuro es tal vez un personaje femenino ficticio de origen popular persa, árabe e indio: Scherazade”. Esta mujer se salva de la muerte relatando cuentos al sultán asesino de mujeres, tomando la iniciativa, interesándole y transformándole con su inventiva narración, moralidad y buen trato.

 

La institucionalidad democrática

La democracia cruza a todos los autores. No debería haber dudas acerca de la necesidad de la democracia libre y equitativa, aquella que detecta grados de dictadura en su interior y los resuelve, pues ella es la base de la izquierda contemporánea siglo 21, aunque unos cuantos y cuantas sean felices si hay reyes y dictadores que les beneficien sus más ocultos deseos.
Esa democracia activa es un modo de vida en perpetuo cambio y convivencia, con instituciones o sin ellas. Harari expresa sus dudas:
“¿Quieren llenarnos de esperanza y darle sentido a la vida pregonando la democracia? Ya vemos hacia dónde va, cuando el extranjero se siente como una amenaza, el pobre como una molestia, el diferente como un apestado, cuando es más importante la libertad del capital que la de la gente”. 
Las enormes acciones antidemocráticas, los grados de dictadura presentes en todo régimen están ahí, y la política –una actividad hecha a la vista de todo el mundo por seres humanos– parece a veces no saber defenderse de ellos.  Detectar y combatir los grados de dictadura es un impulso práctico básico. Y ¿dónde poner el énfasis? ¿en una democracia ideal, sin imperfecciones, con actores políticos libres de error?¿en delegar la política? No, la felicidad democrática viene de derrotar a un dictador, de desbancar a una reina, de derrotar a los corruptos, reírse de las que se presentan como madres del pueblo. Esa felicidad viene de la sencilla pulsión y sentimiento de que nadie es más que nadie.

 

Las nuevas tecnologías, las inteligencias artificiales y las redes

Diversas aproximaciones expresaron los autores acerca de las redes sociales y las IA. Con matices entre ellos, Arocena y Soares describieron y acentuaron los riesgos del poder de los algoritmos de redes, plataformas y dispositivos de IA. Cano y Caseiro no se introdujeron tanto en los riesgos sino más bien en las oportunidades que brindan.

De los cursos educativos necesarios para jóvenes (y adultos) está el de la navegación crítica en redes sociales, métodos eficientes para las búsquedas, seguridad y privacidad, técnicas para evadir vigilancias estatales o privadas, rechazo de cuentas anónimas, técnicas de detección de bots y noticias sin verificación (diferente a falsas), técnicas de verificación de noticias, de detección de manipulaciones mentales con dispositivos, etc.
Otro curso necesario es acerca de técnicas de lecturas rápidas, lecturas comprensivas y con grados de crítica de textos, audios, videos e imágenes.
Otra línea docente puede enfocar el uso de los dispositivos LLM (Large Language Model–Modelo de lenguaje de gran escala) generativos de expresiones de lenguaje, de propiedad privada, con diferentes modelos de negocios y aprendizaje acumulativo dependiente de la fuente de preguntas que les dirigen los usuarios. Con su gran acumulación de información en redes y enormes capacidades de procesamiento esas IA resaltan en preguntas dicotómicas, sí o no, o de múltiple opción, excluyentes. Las respuestas descriptivas, según sus fuentes, son usuales. Dada la cantidad de usuarios diarios, la acumulación informativa depende de la procedencia e interés de esas interacciones. No resultan tan aptos para ofrecer lecturas críticas de un texto o imágenes, interpretaciones, contextos, particularidades, intenciones, sensibilidades de autor, bagajes de pensamiento, contextos de debate que abran nuevas preguntas particulares. Y desde luego, están lejos de resolver y siquiera aproximar problemas complejos que desvelan a la ciencia de punta, la psicología, neurología y antropología. Buscan la coincidencia con modelos preestablecidos y manuales, con ausencia de pensamiento lateral, específico y particular (para algunos investigadores esto es signo de falta de “inteligencia”) Dependen directamente de quienes les pregunten y abastezcan, mientras cobran a quienes preguntan y en definitiva les enseñan (preguntar es aprender).

Contienen entonces oportunidades y riesgos. Entre ellos: la oportunidad del resumen escueto y el riesgo interpretativo, la oportunidad de ahorrar tiempo y el riesgo de desconocer la fuente original, de generar imágenes y repetir diseños, la oportunidad de la información rápida y el riesgo de la unilateralidad.
El debate acerca de si las IAs son “inteligentes” si bien tiene interés académico, no es tan importante. El punto, para una izquierda democrática nítida, es el riesgo del saber acumulado restringido sin accesos públicos. En manos de unas cuantas empresas. Soares coloca esperanzas en la creación de redes y plataformas regionales[11] , monitoreadas por consejos populares. Y podría aquí correr y jugar la idea-guía de una gran inteligencia (nada artificial) de una mente mundial, la de un pulpo con ocho mil millones de tentáculos pensantes y sintientes[12] , que se alimenta y aprende.      

 

¿Es más probable una catástrofe ambiental que una derrota del capitalismo?

La temática del ambiente y el capitalismo ronda en todos los textos.
Ensayo de respuesta: porque no existe hoy una confluencia social decidida, capaz, con ganas, de sustituir a la burguesía demostrando ventajas alimentarias, sanitarias y equitativas convincentes. O de sustituir un Estado omnipotente. Porque el capitalismo no es otra cosa que un modo de vida que las personas aceptan voluntaria u obligadamente. No es un sujeto, una entelequia, es acción de personas. La toma de instituciones y recursos militares por el partido único se ha demostrado insuficiente, insostenible en el tiempo e impresentable. Las burocracias estatales se resisten con habilidades refinadas. Las burocracias privadas, cuando existen, destruyen las empresas y sus empleos y se crean otras empresas sustitutas para ocupar ese mercado. La expresión de un Estado con múltiples extensiones de derechos y expresión de pactos sociales amplios no ha terminado con las necesarias iniciativas innovadoras burguesas. En casos como China y Vietnam, con pasado revolucionario, guerrero y antimperialista, el partido dirige, coopta y llama a la burguesía a participar. ¿Eso quiere decir que la burguesía es necesariamente la líder indicada hasta la eternidad? No, nada más y nada menos que, al momento, no tiene sustitutos que puedan sostenerse sin causar daños mayores como hambrunas, desasosiegos, inseguridades vitales, dictaduras e interrupciones de servicios indispensables –más allá de que no resuelvan las dictaduras, miserias, enormes desigualdades y los riesgos ambientales actuales.

Cuando las unidades de producción de bienes y servicios puedan cambiar de manos, sosteniblemente, según modos democráticos electivos, con altos grados de libertad, hacia una gestión con beneficios que no se apropien unos relativamente pocos, entonces se podrá hablar de un retroceso capitalista. Cuando la mayoría de las personas con ideas y medios propios consideren la alternativa de armar una empresa con fines de beneficios públicos lo más amplios posibles, se podrá hablar de abandono del capitalismo.
Para ello, será necesario muchas cosas, ¡juntas!: más saberes y amplitudes culturales voluntarias, convivencias étnicas, de género, equidades varias, horizontalidades para lo diverso, más conocimientos del mundo y las personas, medios, riquezas a distribuir, menores disputas por recursos, reducción de vanidades y de guerras a lo mínimo, armamento a lo mínimo, humildades e inocencias, gran política, además de “fuerzas productivas” a disposición democrática.
Y en cuanto a quién podría llegar primero, si una catástrofe ambiental o un fin del capitalismo, si ocurren tales cosas, es una cuestión de probabilidades sin certezas.
Que cada quien haga lo que tenga que hacer.║

Agradecimiento: a Graciela Gómez Palacios.

 

 

 

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