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nº 67, diciembre 2025

Editorial[1]

3 de diciembre de 2025


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Agradecemos a las personas presentes por estar aquí, amigas, amigos, amigues, ensayistas, suscriptores, colaboradores, donantes, en orden aleatorio.
La selección de ensayos del Premio 2025 muestra pluralidad, diversidad cultural y de opinión, no necesariamente compartida en todos sus aspectos por los editores, aunque siempre valiosa.
Las temáticas mostraron: Juventud desconforme con adultos, diálogo y medición con inteligencia artificial, la rebeldía y apertura de la palabra según los nuevos tiempos, una metáfora deportiva para la acción política, un ejemplo de extractivismo cultural y negocio emprendedor simultáneo, presentación de unas vidas nómades por fuera de lo esperado, una introducción a la física de la mayoritaria materia que no se detecta que podría poner patas arriba el universo, un elogio a la maternidad que puede ser emancipatoria, rescate de cineastas que documentaron una dictadura cuando se pudo documentar.
Como se ve, la amplitud cultural es grande, la cercanía a la vida cotidiana también, la agradecemos, nos enseña y alegra mucho.
Dicho esto, las temáticas premiadas dan pie para decir algo.

Se nos dice que librevista opina poco, como que solo se expresa a través de sus publicaciones. ¡Es cierto, se acepta la crítica!
Así que, daremos una opinión breve. Sean pacientes, gracias.

En las bases del Premio librevista –leído y anotado por quienes participaron– se muestra el lema inconformista y activo “un ensayo permanente” y se expresa con claridad que sus ganas están en “hacer izquierda”, en un camino que luego mostrará si se hizo izquierda, o no tanto. Algo así como que lo que se hace está a prueba y error, para librevista y para cualquiera.
A casi cuarenta años del número 1 de librevista, para el año que viene pensamos en afirmar el dicho “se empieza a vivir a los 40”. No sabemos aún qué vamos a hacer. Se agradecen sugerencias.
En este camino, hubo muchas publicaciones diversas, plurales, convergentes y discrepantes, alegres y de las otras.

Hacer izquierda en el siglo 21 quiere decir para nosotros el mejorar la vida de los habitantes de este planeta, con libertad y equidad, adecuando para ello los nuevos conocimientos, tecnologías y cuidados ambientales. Concebimos el hacer izquierda como un aprendizaje, cambiar cuando sea necesario, elaborar teorías y prácticas mejores que las anteriores y desechar las fracasadas, tomando nota con respetos. Siempre tomando nota. Sin olvidar nada, con el respeto que merecen quienes lucharon a todo riesgo.
Izquierda democrática contemporánea es un verbo, izquierda es hacer  equidad mejor que antes, democrática es que pueda ganar mañana el que pierda hoy, contemporánea es hacerlo en el mundo actual, no el que ya fue y no volverá.

Aquí deseamos rebatir una opinión extendida, como es aquella que dice algo así como “las derechas nos llevan hoy por delante”.
La tesis que defendemos es: el avance de las derechas se produce siempre y cuando las izquierdas lo permitan. Las izquierdas mueven el mundo, las derechas lo frenan. Las izquierdas buscan una mejor vida para todas las personas, animales y ambiente, las derechas buscan una mejor vida para sus intereses y amistades particulares. Con idas y vueltas, matices, avances y retrocesos.
En esta reunión hay asistentes de diversos países americanos. En América al sur del río Bravo, ya no latina –término que debería abandonarse–, las cosas no están tan fáciles ni tan desastrosas.
Antes que nada, nuestro rechazo radical a cualquier intervencionismo militar en el continente.

Se gana y se pierde, hay que aprender. Uruguay parece estar aislado pero no lo está por su internacionalismo activo y prédica autónoma ante los bloques poderosos.
Insistiendo en el punto: las izquierdas mueven el mundo, las derechas lo frenan. Sucede que la parte activa, la movilizadora, las izquierdas, erran, pueden errar feo y puede ocurrir que quienes estuvieron en las izquierdas se vuelvan conservadores y ayuden a las derechas. Y al revés, quienes frenaban pueden cambiar.

Siguen preguntas necesarias que prefiguran las respuestas:
¿Habrá que seguir haciendo más de lo mismo con mayor intensidad?
¿Recurrir a caminos de violencia revolucionaria ejecutada por grupos pequeños?
¿Pensar en insurrecciones o huelgas generales que puedan cambiar de una y para siempre las cosas?
¿Descuidar la corrupción?
¿Gobernar tecnocráticamente?
¿Saltearse básicas reglas democráticas?
¿Pensar que el capitalismo del siglo 21 es similar al del siglo 19 o 20?
¿Creer que las mentalidades individuales y sociales son similares a las de ayer?
¿Que el empleo, la producción y la sobrevivencia no cambiaron?
¿Pensar dentro de la caja de militantes sin mirar para afuera?
¿persistir en políticas de iluminados?
¿Insistir en moralidades cancelatorias?
¿Subrayar demandas particulares, identitarias legítimas, que puedan devenir sectarias, defensivas y desatiendan los bienes comunes?

Son preguntas necesarias. Iniciando una respuesta aquí, nos parece que hay que ser radicales con la eliminación de pobrezas, con la reducción de inequidades por riqueza, edades, de género, etnia, corporaciones. La radicalidad está en las raíces y las raíces se nutren de tierras viejas y nuevas.
Radicales en la libertad, en la producción de valor, vida, salud, e innovación.
Radicales con la acción, el pensamiento, la emoción, en valores clásicos y emergentes en las izquierdas, eligiendo el lenguaje y modo de comunicación adecuados.
Al mismo tiempo anticipadores de los golpes conservadores.
Conocer las expectativas en la sociedad es imprescindible.
Comprender que se está dando un cierto cambio de época.
Detectar a tiempo las advertencias, las opiniones, las pobrezas.
Por ejemplo, detectar tarde que nuevos votantes y pobres apoyan las derechas es haber estado durmiendo la siesta.
Fin de la presentación y opinión de librevista. Gracias. ║

 

Palabras clave:

Editorial
Izquierda
Librevista


[1] Leído el 3 y 4 de diciembre de 2025 en las Salas zoom del Premio librevista de ensayo de ese año.

 

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