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nº 67, noviembre 2025
Premio mención librevista de ensayo 2025
“Desde América se habla”
x Paul Battiston[1]

Nuestra primera medida de “el todo” sucumbe a una repetición del mismo. La sola imaginación de la posibilidad de replicación de lo que interpretábamos como único por el simple hecho de haberlo definido como lo que abarcaba todo, acabaría con el significado mismo del vocablo.
Haber pensado un absoluto ─el universo─ quizás fue una medida de contención. Siempre buscamos límites, necesitamos marcos, creamos contornos. La imposibilidad de un último, lejano, intangible borde, debe haber inclinado a los pensadores a excluir la necesidad de definirlo simplemente abarcándolo todo.
Vocablos invariables en el tiempo finalmente han llegado al momento en que el progreso de la tecnología y los descubrimientos asociados a la creación de las herramientas tecnológicas necesarias para llevarlos a cabo, superan a tales pensadores en su capacidad definitoria propuesta.
Se habla de multiplicidad de universos, de un hiperuniverso contenedor. Nuestras conjeturas matemáticas –en el fondo siempre lo son– exponen esta posibilidad. No hay nada que no pueda ser escrito bajo las reglas nacidas de la simpleza natural del 1+1=2. No hay fenómeno que no tenga una relación biunívoca con su texto en la matemática, o configuración matemática que no dibuje la complejidad de algún fenómeno. La exagerada dificultad de discernimiento de modelos de múltiples dimensiones previstos por la ciencia de la matemática, quizás sean solo eso, la dificultad que nos hemos creado y que describe de forma complicada algo que podría ser más fácil de ver.
La navaja de Ockham[2] está ahí, no para contradecir la correspondencia matemática, está simplemente para recordar la mínima dificultad matemática o el camino menos intrincado como el más probable de representar.
La materia oscura no existe. O mejor dicho no existe lo que bajo su definición pretenderíamos esconder. Carecemos del rango apropiado de existencia para percibirla más allá de poder intuir la presencia de algo incorrectamente indicado como oscuro.
Aunque también incorrecta pero más apropiada, sería la idea de una cierta transparencia, algo capaz de permitir el traspaso de nuestra vista a su través e indirectamente tomar datos de su presencia en función de su interferencia con nuestra percepción de lo visible.
El 85% de lo que no percibimos electromagnéticamente[3] convive y conforma una única unidad gravitacional circunstancial en la situación de superposición de dos universos de parcial antagónica formación.
Solo las lentes gravitacionales[4] nos permiten atravesar la barrera de lo invisible, al ser nuestro rango de percepción afectado por esa despreciable opacidad de la transparencia, que en sí misma no lo es, y osamos aprovechar para atraer a nuestro rango de visión elementos fuera del alcance de nuestro propio universo luminoso.
Vemos a la materia oscura (ajena) en las molestias ocasionadas a nuestra visión, de las cuales sacamos provecho por la deformidad aportada, para ver más profundamente lo lejanamente invisible de lo visible.
La necesaria inexplicable anisotropía[5] de nuestro universo puede tener su origen en dos razones, en la interacción con el universo ajeno (oscuro) misma o en la existencia de una clara anisotropía superior, de la que 85% / 15% es un dato de la misma y que no debería significar nada más que una advertencia de la no búsqueda de valores estándar.
Nuestro universo se atraviesa con otro cinco veces más denso o bien nos superponemos a varios universos en la posibilidad de una compleja variedad de transparencias de diferentes naturalezas.
La sencillez debería ser más probablemente apoyada en la misma anisotropía, o si le buscamos una vuelta más sencilla simplemente deberíamos cortar nuevamente con la navaja de Ockham.
Sin contacto electromagnético, la débil gravedad es la única forma de interferencia de uno a otro universo. O de ser interferidos acorde a la desproporción que en particular nos toca, dejando como constancia trazos de su relieve gravitacional sobre el propio.
Un hiperuniverso pleno con suerte de las dos familias interferentes de formaciones universales. Las unas a las otras en dimensiones, densidades y direcciones anisotropicamente (caprichosamente) distribuidas atravesándose a velocidades infernales muy quietas desde nuestra insignificancia o muy quietas ante la magnitud de los tamaños. Galaxias enteras entremezclándose y atraídas entre sí, claras y oscuras (propias a nuestra naturaleza y ajenas a la misma) dejando pequeños tirones en sus telas como paños distorsionándose en cada enganche de galaxias, aunque la mayoría no lo haga. Los universos estan muy vacíos.
La no interacción electromagnética es resultado de la divergencia paradigmática creadora en una homogeneidad gravitacional. Ninguna ecuación de fuerzas unificadas seria universal ante la multiplicidad de universos y su variedad salvo en lo que respecta a la gravedad pura.
La inalcanzable c –la velocidad de la luz– nos conduce al origen y no al fin de nuestras coordenadas temporales. La dimensión tiempo se manifiesta en nuestra existencia volumétrica tridimensional como la percepción de un fenómeno unidireccional irreversible asociado a la variación de la magnitud de desplazamientos relativos.
Alcanzar c significaría alcanzar la inmovilidad de ese fenómeno unidireccional al que llamamos tiempo. Desde el sentido contrario la inaccesibilidad al mismo debería repetirse. Ambas ramas conformarían una escala entera de la huidiza dimensión tiempo (huidiza desde nuestra tridimensionalidad). En un universo paralelo ajeno oscuro (podría ser ese del 85 que completa junto a nuestro 15 el 100% de nuestra suposición de masa existente acorde a nuestra percepción gravitacional) los desplazamientos relativos ubicados en la escala opuesta con origen igual en la instancia de alcanzar c, determinaría un tiempo en reversa al nuestro sin ninguna consecuencia particular más que nuestra imposibilidad de discernirlo. La deformación del espacio, su movimiento de deformación es tiempo.
Nuestro universo bariónico[6] observable y nuestro (sin serlo) universo oscuro (ajeno a nuestro sentido electromagnético) atravesándose desde la misma escala de tiempo estarían casi inamovibles en la misma a una súper velocidad. Cualquier supuesta detección de velocidades superior a c debería ser considerada como una nueva forma de evidencia de la presencia del universo ajeno (oscuro) y no como una rotura de la barrera infranqueable de c.
Mientras tanto, nuestro tiempo finito atado a nuestra insignificancia debemos agradecérselo en mayor medida a esa materia ajena que compone en un 85% la masa que gravitacionalmente nos afecta distorsionando nuestro espacio gratuitamente.
Ha sido superado nuestro propio término definitorio por nuestra propia imaginación.║
Palabras clave:
Paul Battiston
Premio 2025
Concurso 2025
Materia oscura
Cosmología
[1] El autor es oriundo de Idiazabal un pequeño pueblo de actividad principalmente agropecuaria en plena pampa húmeda argentina, allí transcurrió su juventud. En la ciudad de Córdoba se graduó de ingeniero mecánico aeronáutico en la Universidad Nacional (UNCórdoba), donde se radicó. La participación en distintas agrupaciones políticas lo llevó a desarrollar la escritura con más profundidad como medio de comunicación formal de las cuestiones que se abordaban. Publica un libro titulado El equinoccio argentino donde combina hechos de la política reciente de su país con una ficción que se desarrolla a partir de un punto que usa como divergencia entre lo real y lo ficticio, tras el cual ensaya cuestiones contrafácticas posibles. También publica varios cuentos y ensayos casi todos en el género de ciencia ficción, influido en parte por la orientación de sus estudios técnicos. En uno de ellos, El orden, se anticipa en varios años a la posibilidad de que un algoritmo desarrollara un texto racional capaz de mimetizarse con uno de origen humano.
[2] Es un principio metodológico, atribuído al fraile franciscano Guillermo de Ockham del siglo 14, que establece que entre dos interpretaciones posibles adecuadas de un fenómeno, se elige la más simple, aquella que incluye menos variables (nota ed.).
[3] En cosmología usualmente se estima que un 85% de la materia del universo es lo que algunos denominan “oscura” porque no emite luz –no sería visible– y ningún otro tipo de radiación electromagnética (nota ed.).
[4] Lente gravitacional: es la detección de la materia que no se ve, oscura (ajena), por como su gravedad curva el espacio-tiempo a su alrededor, curvando la luz que pasa cerca de esa materia y creando una distorsión de la imagen del objeto que se esté mirando.
[5] Anisotropo: cuando el universo muestra propiedades y características distintas, según desde donde se lo mire y mida (nota ed.).
[6] Es el universo visible, que emite luz, uno que en cuya masa predominan los bariones, partículas cuyo ejemplo más conocido son los protones y neutrones de los átomos.
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