www.librevista.com nº 56, noviembre 2023

El capitalismo consentido y errático del mundo

x Alejandro Baroni Marcenaro

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Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, de las que han sido soñadas en tu filosofía.
Hamlet

Mirá que no me hicieron con leche de higo, no nací de un repollo, ni me caí de la higuera.
Yolanda Palacios, madre, limpiadora de una escuela y lavandera

Conozco demasiado bien a los que son semejantes a Dios. Quieren que se crea en ellos y que la duda sea un pecado. Sé demasiado bien en qué creen más ellos mismos. No es ciertamente en ultramundos ni en las gotas de sangre redentora; también ellos creen más en el cuerpo, y es al suyo propio al que consideran como la cosa en sí. Para ellos el cuerpo es algo enfermizo y saldrían de su piel con el mayor placer. Es por esto que escuchan a los predicadores de la muerte y ellos mismos predican los ultramundos.
Zaratustra, en Así hablaba Zaratustra de Federico Nietzsche

Mirando desde una distancia conveniente, en este momento, el capitalismo –una manera de vivir– está consentido por la mayor parte de la población mundial. 

A la vez, el mundo carece de un sistema, tampoco de un titiritero ordenador, de un emperador, de instituciones legislativas internacionales reguladoras, de un espíritu absoluto, de una clase social cargada de futuro, de un género o un color de piel esencial y portador de mejores tiempos. Las maneras de vivir son diversas, y lo son cada vez más. La unidad deja su espacio a la diversidad convergente y divergente.

Con enormes potencialidades y riesgos florecen mil ideas en voluntarios e implícitos espacios hermenéuticos, de construcciones de verdades unas mejores que otras, diálogos inconclusos, de conclusiones provisorias para manejarse, de grandes silencios significativos, convocando al espanto, oportunidad, esperanza, dolor, felicidad, etc.

Paulatinamente se abandona –con mucha ida y vuelta por temores y resistencia desde la academia y asociaciones del saber institucionalizado─  la idea de verdad y se la sustituye por la mejor descripción, valoración y conocimiento posible, conseguida a través de miles y miles de intercambios, elecciones, violencias dialógicas, discusiones en los medios de comunicación, las redes, la violencia individual y grupal, el intercambio gestual silencioso, todas acciones que se van acumulando en una cierta memoria colectiva, un registro siempre provisorio, consciente e inconsciente, accesible e inaccesible, más o menos profunda en los cerebros, que modifica las lógicas de las mentes humanas.

La acumulación de capital, sus grados de acumulación e inequidad, su violencia más o menos evidente, y las coordinaciones de capital estatal con capital privado constituyen la manera que la humanidad ha encontrado y consentido en el siglo 21 hasta el momento –no sin luchas y revoluciones– para sobrevivir, producir alimentos y bienestares.
No se ha conseguido la asociación productiva colaborativa voluntaria para producir alimentos, vacunas, medicamentos, y bienes básicos para la subsistencia y una vida mejor. El mundo no contó con una vacuna anti Covid accesible en tiempo y forma a cualquier hijo de vecino. No existe cobertura asociativa como un ingreso básico que evite extremos de dolor. La cooperativización, el emprendimiento colectivo no estatal con fines de apoyo a más colectividad existe en baja escala y no mueve la aguja anterior.

Las asociaciones más comunes se constituyen a partir de individuos o empresas privadas y estatales, locales o translocales, sin nacionalidad salvo cuando convocan en su defensa a instituciones y fuerzas armadas del estado que mejor les brinde juridicidad y cobertura.

Las diversas regulaciones de la producción de bienes y servicios, la generación de valor y riqueza, los acuerdos y desacuerdos para distribuir la riqueza y los ingresos, presentan una gran variedad, y la justicia recibe diferentes interpretaciones.

Las fuerzas armadas estatales se cargan de presupuesto, nunca falta dinero disponible aprobado por legisladores y ejecutivos para ello, refinan su letalidad, y surgen como hongos ejércitos mercenarios con gran poder bélico, armados y financiados al servicio de fines estatales o privados.

Lo que aquí se sostiene es que este movimiento errático mundial pleno de oportunidades, de mejoras y riesgos enormes de ir a lo peor, tiene la inclusión, el consentimiento relativamente permisivo, cuenta con la voluntad de elección y pulsiones de la mayoría de las personas. Es su obra.
Las violencias estatales, militares y policiales existen sin novedad –en particular en los estados sin libertades de expresión aunque no solo en ellos– reprimiendo las rebeldías y protestas.  Las manipulaciones en la comunicación son evidentes, y viejas.

Cuesta creer que no haya más levantamientos, rechazos, violencia rebelde, resistencia y negación salvo que se admita un grado de consentimiento, espera, subsistencia y cálculo de oportunidad consciente o inconsciente, internalizado, acumulativo, transversal a todas las regiones, internacional. Más que un imaginario colectivo, un inconsciente colectivo. Como una cierta positividad que parece ciega, una pasividad que no es tal, en busca de ser investigada. En las fronteras, humanos y humanas le suministran a las inteligencias artificiales palabras y datos para que ellas elijan al azar, puedan acertar y equivocar. La humanidad no sería zombi.

La caída del muro de Berlín tiene ya treinta y cuatro años, y el fortalecimiento de la república, la democracia representativa, la libertad de expresión y cultural se constituye en el marco impulsor de convivencia y mejor vida, al momento. La tolerancia a la diversidad de género y prácticas sexuales, el acceso a la información y culturas tan resistidas suman un plus a una mejor vida, aunque este agregado para la felicidad no les importa demasiado a varios millares de millones. Prosperan además regímenes híbridos creativos a medio camino entre democracia y dictadura.

Una nueva subjetividad está surgiendo entre y en la vida de maneras capitalistas, una emergencia no apta para impacientes y enamorados de sus ideas, resistida por quienes idolatran al mercado y al individualismo.

Cuando ese variable régimen democrático –siempre mejorable si se atiende a sus prácticas– y los diversos movimientos sociales que actúan a su amparo,  presentan problemas de corrupción, corporativismo, violencias, errores políticos, clasificaciones, estigmatizaciones, modalidades educativas confusas, burocracia estatal que sobrepasa a la usual privada, desplazamientos inequitativos, concentraciones de ingreso, falta de transparencia en la gestión pública, preocupación por la gente vieja mayor que por jóvenes, ausencia de una libertad real que pueda ejercerse, todos problemas ya debidamente estudiados y otros, es que surgen reacciones masivas en las calles y las urnas. Líderes mesiánicos, predicadores de ultramundos como Trump, Bolsonaro o Milei convocan a defender la individualización, la tenencia de armas y la libertad de mercado para quienes puedan hacerlo, permiten accesos de sus amigos al estado que consideran “nefasto”, presentando resistencia a avances en los derechos humanos colectivos, ayudas estatales a quienes menos tienen, derechos adquiridos por mujeres, protecciones ambientales, migraciones, etc. Tienen el obsequio de académicos y periodistas de repetirles que son “libertarios”, cuando lo que les caracteriza es ser mercadolátricos.
Son elegidos en elecciones válidas por el voto ciudadano y cuentan con militancia, mostrando la variación de las voluntades humanas que, con el correr del tiempo, son erráticas sin prospección posible. Nada de “pobre Argentina”, casi quince millones eligieron a Milei, once millones lo rechazaron y ocho millones no fueron a votar. Una obra redonda.

En el caso chino, que no tiene un sistema de elecciones generales periódicas ni libertades de prensa, la política del Partido se ajusta a rajatabla a los deseos mayoritarios de un mejor bienestar de su población y salida de la pobreza, junto con una manera capitalista salvaje apenas disimulada en la costa este del Mar de la China –no sin turbulencias.

La impulsión de esta época está en la variedad de regímenes democráticos más o menos liberales, con más o menos amplitud social, junto con las acciones y movimientos rebeldes fuera de las instituciones. La reacción regresiva les responde. Se suele marcar que la regresión es signo de esta época. Es más bien al revés, es el impulso hacia vidas mejores ─aunque sus problemas, carencias y lentitudes desesperen─ la que recibe reacciones.

 

El mundo que se curva a sí mismo

Si el planeta tierra fuera observado desde una gran distancia, se podría describirlo como una cosa que puede representarse geométricamente –“Yo soy geómetra, que quiere decir sintético”, dijo Antonio Gaudí– en seis dimensiones (espacio-tiempo-dolor-felicidad) en la cual está el ambiente, seres humanos, otros animales diversos, curvada en muchos lugares, muy empozada, aunque con buena parte de  superficies suavemente onduladas y una completa ausencia de planos, líneas rectas y puntos estáticos, así como intersecciones de planos. La luz está curvada, nunca recta.

El conjunto del mundo se complica si la mirada deja la distancia y se acerca. Y definitivamente se puede volver inentendible si quien observa se sumerge en un pozo profundo de los que hay una cantidad y ve que la sucesión del tiempo, espacio y sentimientos ya no le funciona como antes.
 
Si pudiera mirarse un poco más detenidamente, se podría ver que esos pozos son causados por cantidades de energía concentradas que, además de acelerar el tiempo que transcurre por allí, cambian el espacio, producen las intensificaciones o disminuciones del dolor individual y colectivo, y todas las variaciones de la felicidad. Cuanto más se focaliza en el dolor, más borrosa queda la felicidad, cuanto más en el odio, menos en el amor, en cuanto más se piensa en entender algo, menos se moverán las sensibilidades. Al punto que, como se argumentará más adelante, el juicio interpretativo pierde su potencia y debe dar un lugar al sentimiento sin más inclusiones.
Si se mira un poco más de cerca, podría identificarse esas acciones energéticas que curvan el espacio-tiempo, sensibilidades y modifican las mentes –como guerras globalizadas, destrucciones ambientales, acumulaciones de papeles financieros tóxicos que revientan su burbuja, investigaciones que suman conocimiento importante, construcción de obras enormes que mueven el eje del planeta, dictaduras con origen en derechas e izquierdas, grandes transformaciones de una energía a otra, descubrimientos del gran telescopio James Webb en órbita, huelga obrera automotriz en Estados Unidos, recitales de grandes artistas, estadios de fútbol repletos, limpiezas étnicas, bombas y misiles con cabeza nuclear, artes que producen felicidad con gran profundidad y poca extensión, y es difícil mencionar todo, pues se escapa.

No habría ecuaciones que interpretaran esto, ni siquiera conjuntos de teorías y menos una teoría del todo, y mucho menos una teoría que afirmara que un titiritero conspirador o creador (o varios) estuviera detrás de todo este desorden que además se exporta a la atmósfera y la agujerea.

En particular es difícil ya hablar de “guerra fría”, más bien habría que sustituirla por la expresión del continuo variable guerra tibia-guerra caliente- guerra hipercaliente y hasta comenzar a hablar de “guerra civil global”,  en las que poblaciones civiles toman estúpidamente partido por un bando en una guerra inicialmente localizada –Ucrania, Medio Oriente– suspendiendo el juicio y admitiendo acciones criminales de guerra sin corte penal que las juzgue.

Hay, sin embargo, persistentes recolecciones de observaciones registradas según diversas metodologías –no hay una sola– constructiva de datos, que permiten algunas débiles prospecciones más fuertes que la tendencia a preferir las teorías simplificadoras de todo contexto. Ejemplos de esa tendencia es aquella que afirma que en la Grecia antigua se dijo todo y solo resta colocar notas al pie, o que la interpretación fundante culminó en el siglo 19 en Alemania e Inglaterra o Francia, que una autora o autor sea referencia única, que tal teoría se transforme en un ismo, que tal color de piel o género o continentes colonizados traigan consigo una esencialidad salvadora, que se considere al ambiente sin la variable animal impredecible que lo compone, o las teorías conspiracionistas que argumentan que está todo digitado, sin perjuicio de que operen conspiraciones.

Todas estas descripciones antedichas están incorporadas y ejecutadas por la inteligencia humana (un conjunto de capacidades intelectuales, afectivas, comportamientos que se animan a estudiar la antropología y la psicología, las neurociencias, la informática y la inteligencia artificial derivada de la humana, y que describen historiadores, observadores y gente curiosa, esa que se pregunta cosas.

Akira Kurosawa fue el director y guionista de la película Rashomon (1950), en la cual se presentan cuatro testimonios diferentes de la violación de la esposa de un samurái y el asesinato de éste: el de la esposa, el asesino, el asesinado (a través de una médium) y el de un testigo. En su autobiografía, el cineasta recuerda una charla con sus ayudantes –“dicen que no entienden el guión (de Rashomon) en absoluto, pero es porque es imposible entender el corazón humano. Si lo enfocan bajo la imposibilidad del completo conocimiento de la psicología humana, y vuelven a leerlo una vez más, yo creo que podrán captar la idea”– dijo Kurosawa

 

 Un mundo sin entendimiento

Habrás oído además que el sueño de la razón engendra monstruos. Y es verdad, pero muchas veces su vigilia también. Cuidémonos entonces de ambos[1]
Hector Massa

Cansa a los adversarios manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar…Sé extremadamente sutil… Sé extremadamente misterioso, incluso hasta el punto de la ausencia de sonido. De esta manera podrás ser el director del destino de tu oponente…Los luchadores victoriosos primero ganan y después van a la guerra (si es necesaria), mientras que los luchadores vencidos primero van a la guerra y después buscan ganar.
Sun Tzu, en El arte de la guerra

Noam Chomsky está comenzando a admitir la degradación del espacio para el discurso racional. En sentido contrario, Slavoj Zizek racionalmente apoya, junto con la OTAN, a Ucrania frente a Rusia.

La incursión de Hamás y civiles armados en Israel y la respuesta militar israelí ─ambas acciones que no se puede describir aquí porque escapa a las capacidades de este cerebro finito─ motivan a suspenden el juicio sobre la nakba palestina, el holocausto judío, la historia de la formación del estado de Israel. No se puede entender, salvo si el relato argumentado toma partido por unos u otros. Quien esto escribe no es historiador ni desea transformarse en uno, dejando espacio para esa legítima actividad.

En términos de coyuntura, de momento existencial, la racionalidad debe ser suspendida, para distinguir con claridad los sentimientos y creencias de cada cual.
Cada quien porta una racionalidad, bien, déjenla, no argumenten más por un rato. Digan cuáles son sus sentimientos sencillamente. ¿En qué creen?
¿En el miedo, la destrucción del otro, la supervivencia de nosotros, el odio, la venganza, el dominio, un ultramundo que los justifica?

La suspensión del juicio que aquí se propone implica colocar valores, sentimientos que reconstruyan, pausen. Uno es la libertad, valor que no puede dejarse jamás en manos de la derecha, y otro la convivencia y vida aceptable, cuando las maneras de vivir consentidas proponen la destrucción masiva de lo que suene a adversario o la expansión de sus negocios a la Hiroshima.

 

La revolución y la guerra

No me arrepiento (de ordenar la destrucción de Hiroshima y Nagasaki) y, bajo las mismas circunstancias, lo volvería a hacer.
Harry Truman, presidente de los Estados Unidos

La revolución evitará la guerra o la guerra desencadenará la revolución
Lenin

Le dije a Lenin que el desarrollo de la técnica humana podría cambiar algún día la situación mundial. Y entonces la misma concepción marxista ya no tendría sentido. 
Lenin me miró y repuso: "Tiene Usted razón. Leyendo su novela La máquina del tiempo también yo lo comprendí. Todas las concepciones humanas están hechas según la escala de nuestro planeta. Se basan en la presunción de que el potencial técnico, aún en pleno desarrollo, no sobrepasará nunca el límite terrestre. Si llegamos a establecer comunicaciones interplanetarias será necesario rever todas nuestras concepciones filosóficas, sociales, morales. En ese caso el potencial técnico, que habrá llegado a ser ilimitado, impondrá el fin de la violencia como medio y método de progreso".
H. G. Wells, Diario

Podemos perder más de trescientos millones de personas ¿Y qué? La guerra es la guerra. Pasarán los años y nos pondremos a trabajar produciendo más bebés que nunca.
Mao Zedong a Jruschev

No me vengas con las ocho horas o con sufragio femenino, ahora hay que matar alemanes.
Plejanov a Lenin

Oppenheimer no sabía bien el grado de capacidad destructiva de una bomba atómica. En el laboratorio de Los Alamos construyeron una, estimando, y la explotaron a prueba y error. Después de la prueba en el desierto de Nuevo México, Oppenheimer, un gran conjunto de sabios y el General Leslie Groves supieron qué potencia de bomba podía destruir ciudades como Hiroshima o Nagasaki, y se pusieron a fabricar dos. Truman ordenó el bombardeo atómico y las tiraron, ignorando advertencias militares de que Japón estaba derrotado.

Una película que debería ser obligatoria para ver, al 2023, es Hiroshima, de Hideo Sekigawa (1953)

La reflexión que hacen Lenin y Wells acerca de la revolución ante una posible conexión con extraterrestres –que podrían estar mirando este mundo desde lejos– y la expansión técnica ilimitada interesa. Ellos no conocían a la bomba de Hiroshima, ni a Auschwitz, ni a otras aparentemente ilimitadas capacidades. No se sabe cuál sería su reacción ante esas capacidades humanas y ante las capacidades actuales de misiles con cabeza nuclear, bombas atómicas innumerables y habilidades de toda escala. Tal vez, podrían pensar, ante la evidencia, que las capacidades actuales incluyen la destrucción del planeta. Y podrían pensar que si hay algo de acertado en la evolución consentida descrita aquí, cualquier revolución no contaría con el apoyo ni siquiera de un puñado de sobrevivientes.
Asombra, es raro que no se hayan tirado más bombas atómicas desde 1945, siendo que hay más de diez mil (declaradas) en manos de nueve países (algunos ya fuera de los tratados sobre armas nucleares), cada una más potente que la de Hiroshima, con tecnologías de control refinadas falibles y políticas en última instancia. ¿Qué es? ¿Fortuna, deliberación, mecanismo colectivo de preservación?

Una nota al margen: se está mostrando una y otra vez la sordera para con Sun Tzu.  Las guerras invasoras de territorio (Vietnam, Corea, Afganistan, Siria, Palestina) comienzan con abundantes trompetas y algarabía justificacional y luego son retiradas con opinión pública local y mundial en contra, luego de dejar destrucción, muerte y fortalecimiento de quienes se combatía.

 

Un mundo errático que sorprende a las teorías
(lo escrito aquí puede quedar obsoleto en cualquier momento)

Después de la caída del muro de Berlín y el desmembramiento y disolución de la Unión Soviética, o del mundo de la bipolaridad, y luego de la fantasía errada de la unipolaridad, o de un imperio, se comenzó a hablar de la multipolaridad del mundo, de un poliamor político e ideológico, de muchos polos “geopolíticos” e imperiales que se repelían, competían o se atraían circunstancialmente. El crecimiento de la potencia china que saca de la pobreza a cientos de millones, el expansionismo de Rusia en Eurasia, Estados Unidos y Europa convergiendo hacia el Este, la alianza que puede proponer moneda alternativa al dólar de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) en estos días en ampliación, pudo representar un esquema aproximativo que focalizaba en Estados y sus geografías circundantes a los actores decisivos del mundo. Esa interpretación puede encontrar una analogía en la idea newtoniana de hace dos siglos de masas puntuales grandes, separadas, que se repelen y atraen mientras el tiempo pasa intocado.

Esa manera de ver concibe a los poderes concentrados en esos estados, más una compleja red de empresas e intereses extraestados, zonas tecnocráticas y feudocráticas, más un flujo financiero relativamente autónomo sin frontera alguna y por otro lado a un gran conjunto de consumidores subordinados, receptores, consumidores, manipulados, algoritmeados, engañados, explotados y dependientes. Están quienes ven esa concentración de poder como positiva y necesaria aunque hablen de libertad, y están quienes la ven exclusivamente como una división entre poderosos y victimizados.
Hay más que esa descripción limitada.

A esa visión geopolítica y relativamente abstracta del mundo le falta una definición contemporánea acerca de qué constituye a los estados ─que ya no pueden ser representantes exclusivos de una clase o estamento burocrático, o instituciones neutrales que ejercen la justicia, o instituciones abstractas que no incluyen humanidades que las ocupan–, carece de atención en las vidas, voluntades, deseos, opinión de los habitantes al interior de esos Estados así como el resto de la humanidad.  
Estas voluntades, deseos, acciones humanas comprenden a un grupo armado que secuestra y mata, un Estado que reacciona con completo apoyo de su opinión interna con total destrucción, la elección de un presidente por la bronca y el desencanto, si hay cien millones o más desplazados migrantes por las guerras, cincuenta millones de migrantes en busca de una mejor vida en América Latina, si ya no se sabe la magnitud de las migraciones africanas y euroasiáticas hacia Europa, si en la Argentina arman fábricas nacionales de baterías de litio, si en Brasil, Colombia y Venezuela se proponen cuidar la Amazonía, si en un liceo de Uruguay se resiste al autoritarismo y vejez docente, o aparece un virus en la región de Wuhan, China.

Aquí se propone pensar en un mundo relativamente continuo, en conjunto, un mundo, internacional que se mueve, modifica el contexto y genera acontecimientos que lo significan, lo resignifican y le generan
nuevas condiciones de vida más o menos efímeras. Acontecimientos que resuenan en el resto del mundo, en el otro extremo. Al acercar la mirada, se ve las masas humanas y aún los individuos que generan sus acontecimientos, y se pierde visión de conjunto. Ese ejercicio de acercamiento, a la vez, influye en el acontecimiento, y éste modifica a quien observa, sin excepción.

La periodista que fotografía y publica en medios y redes la imagen del edificio destruido, un robo de alimentos y medicamentos, un asesinato masivo, un recital musical, interviene ese acontecimiento, lo hace testimonio a su manera, arte, dolor, ella cambia y ve cambiada su mente, manera de mirar el mundo y vivirlo, además de su cuerpo.
A la periodista le resulta difícil mantener sus juicios y maneras de entender a priori, dependiendo de la magnitud del acontecimiento y deberá modificarlas, si es que quiere vivir y compartir debidamente uno próximo. Ella es humana, el acontecimiento es humano, demasiado humano.

  

¿Es posible hacer izquierda y contemplar de cerca a humanos y humanas?

Para Gilberto, cuando a él le va bien, le va bien a la humanidad entera; es orgánicamente incapaz de ocuparse de su prójimo, pero en cambio se ofende y queda extrañadísimo cuando el prójimo no se ocupa de él. Primo Levi, en Historias naturales

Hasta la vista, doctor Varley. Cuando por razones de trabajo me sienta asqueado de mí mismo, pensaré en Usted. Entonces, recobraré el ánimo en seguida
Philip Marlowe,en El largo adiós de Raymond Chandler

José Mujica: Y en el fondo sos de izquierda porque a pesar de todos los pesares crees en el hombre, no tenés una visión negativa de él…
Yo no tengo la bola de cristal, pero uno trata de atemperar la barbarie, desarrollar la civilización y promover un cuadro de valores positivos. Si me preguntás en un sentido filosófico, te digo que el hombre es un bicho violento, antropológicamente violento y si no, observá todo el panorama de la historia humana. ¿Qué mitiga esa violencia? El desarrollo de valores de la civilización. Eso lo llamo izquierda.
Danilo Astori: (La) búsqueda incesante de la justicia. Esa es la historia de la izquierda y a medida que crece el resultado que se puede obtener de esa búsqueda es ser más libres. Ese es el contenido del concepto de liberación nacional, cuanto más justicia más libertad.
Conversación de Danilo Astori con José Mujica, Semanario Voces (2005)

Amo a los que no buscan tras de las estrellas una razón para perecer o para ofrecerse en holocausto; a los que se sacrifican a la tierra para que un día la tierra pertenezca al humano pos humano.
Zaratustra, en Así hablaba Zaratustra de Federico Nietzsche

No es posible amar a la humanidad en su conjunto. Sí es posible amar ciertas acciones suyas y rechazar otras. No existe “el hombre” o el “ser humano” o “la mujer” o la “ser humana”, no existe ese “ser” ahistóricamente, fuera de contexto, existe lo que “hacen” esos animales.
Así las víctimas reciben “ayuda humanitaria”, y antes recibieron misiles y bombas “humanitarias” fabricadas y diseñadas al milímetro. Hasta ocurre que fabricantes de armamentos que limpian gente a mansalva
–¿qué revolución puede estar asentada en la matanza terrorista de civiles? ¿qué enseñanza queda para las nuevas generaciones con la matanza terrorista de civiles?–  estén contribuyendo con fundaciones “humanitarias”, sean seguramente buenos padres y madres de familia, concurran a confesarse, quieran a su ascendencia y actúen en nombre de ella.
¡Qué asunto complejo “la justicia”! ¡Cuántos implícitos tiene! Conviene mirarla de cerca.
Dijo Zaratustra: “…“lo que nosotros llamamos justicia es precisamente el mundo lleno de las tempestades de nuestra negrura”… “nos vengaremos y difamaremos a todos los que no están hechos a nuestra medida, los cubriremos de nuestros insultos”.
Para ese viejo que bajaba de la montaña, la justicia es la lealtad para “nosotros”, para “nuestra medida”, para nuestros amigos, nuestras cercanías, para nuestra clase, nuestro género, nuestro color de piel, nuestras historias argumentadas, todo ello referido a “nosotros”.
Aquí Nietzsche está describiendo lo que veía hace un siglo y medio. A comienzos del siglo 20, Vaz Ferreira quiso enseñar a pensar con lógica viva historicista y concreta. A fines del siglo 20, Rorty planteaba la justicia como una lealtad que se ampliase a la mayor cantidad posible de personas. A fines del siglo 21, Vattimo enseñó que contemplar la diversidad y las ambigüedades humanas nos hace más fuertes. Hoy al cuarto del siglo 21, sabemos que somos lo que hacemos, que el Quijote nos enseñó que cada quien es hijo de sus obras, de las que hace, consiente, y deja hacer.

Y por ahí viene lo de hacer izquierda.║

 

Palabras clave:

Capitalismo
Consentimiento
Federico Nietzsche
Primo Levi

 


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