www.librevista.com nº 47, junio 2022

RENTA BÁSICA UNIVERSAL,
factor de poder para el cambio del modo de producción capitalista
(prólogo)

x Lía Berisso[1]


Lia Berisso

En el año 2019, Lía Berisso escribió el libro Renta básica universal, factor…. Publicamos aquí su Prólogo y Agradecimientos.

Convencida de que estamos en medio de un cambio histórico, de una tercera revolución cultural, en una “sociedad mundial transida de dolores de parto pues lleva en sus entrañas un mundo nuevo”, y sin eludir grandes incertidumbres, la autora confía en que la Renta Básica Universal (una asignación de recursos a cada persona sin distinciones, condiciones u obligaciones) será una herramienta de poder en manos de la humanidad para contribuir a ese cambio.

Presentación del Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF) en palabras de su orientadora, la Profesora Lía Berisso.
Publicado en La Onda digital, junio 2016. https://www.laondadigital.uy/archivos/14069
(las referencias en la web son a junio 2022) 

 

Prólogo

La filosofía política se desarrolla orgánicamente como reflexión que tiene como datos y como límites el conjunto de relaciones sociales históricamente determinadas.  El hombre – el ser genérico – deviene en la historia, la historia es ese devenir. La libertad emerge en ese proceso
y es proceso. En cada etapa de las relaciones productivas – el hombre necesita mediar su vida con la naturaleza, porque no es naturaleza, y eso, la salvación, que todos buscamos, que las religiones prometen – “del pecado y de la muerte” – es escapar a la naturaleza, un arrancarse de la inmediatez, que es el presupuesto de todo florecimiento humano.

Sabemos que no existe algo así como una “naturaleza humana”, inmutable, abstracta, o en sí. Lo humano es en movimiento, como lo decía Antonio Gramsci, siguiendo a Hegel (a través de Marx), un organismo en desarrollo.

Hegel pretendió dar la dirección del movimiento: para el que se dirigía – el movimiento de la humanidad en la historia – hacia el espíritu absoluto. Los verdaderos creyentes de todas las religiones aunque sea en términos muy diversos, nombran esa culminación “el dios” (Dios), “los dioses”, no otra cosa es por otra parte el nirvana. (De Aquiles, semejante a un dios, dirá Homero “seréis como los dioses conocedores del bien y del mal y no moriréis nunca”, es el mensaje de la serpiente bíblica). Los iluminados y los traidores que construyeron el así llamado socialismo real y el GULAG inherente a su desviación voluntarista, también creían con certeza conocer el sentido de la historia. Se apropiaron y quemaron palabras, desde “marxismo” a “hombre nuevo”.
Nosotros sabemos que no conocemos a dónde va el derrotero de la historia, que probablemente no está aún determinado (que no “está escrito”) y con espanto admitimos que tal vez no tenga un sentido.

Este libro es algo mucho más modesto que toda esa especulación, no es esa especulación, pretende simplemente señalar algunas “cosas” que están pasando, alertar a quienes no se hayan dado cuenta aún, sobre lo que está sucediendo: el cambio del modo de producción está entre nosotros.
Así como la Revolución Industrial no tiene “fecha”: no es como la Revolución Francesa, el rostro político de la revolución científico- tecnológica, que se inició tal vez con los trabajos de Galileo Galilei en los astilleros de Venecia (Arcenale di Venezia) en el siglo XVII. Ese rostro político vistoso puede fecharse el 14 de febrero de 1789 con un hito, la toma de la Bastilla. La revolución científico-tecnológica en curso empezó de un modo también difuso, no puede fecharse, puede ponerse un mojón a efectos prácticos, y para satisfacción de los historiadores, en el surgimiento y desarrollo de la industria electrónica en Silicon Valley, pero lo que es indiscutible e inocultable, es que está entre nosotros, la estamos viviendo y sigue acelerándose, no sabemos hacia dónde se dirige y hasta cuándo durará. Tendrá seguramente secuelas de reorganización superestructural que podrán tal vez fecharse. Todavía no. El orden del acontecer en la historia ha sido revolución científico-tecnológica - cambio del modo de producción – cambios profundos a nivel de la organización sociopolítica y el Estado. Las etapas no son disjuntas, se traslapan, pero existe un cierto orden lógico del acontecer ¿Será igual en nuestros tiempos? Nadie puede afirmarlo; es razonablemente probable.
Por eso poníamos de acápite a este trabajo la frase del evangelio de Mateo “nadie sabe el día ni la hora”. No estamos diciendo que estamos frente al “fin de los tiempos”, estamos frente al fin de un tiempo y el nacimiento doloroso (porque los partos duelen, al niño y a la madre, duelen) de otro tiempo.

La humanidad ya ha vivido en la historia conmociones tales, y las ha sobrevivido. Pero el fin del Imperio Romano costó los tiempos oscuros de la Edad Media. Cuánto, en términos de libertad, igualdad y fraternidad (de las tres tenemos poco) nos va a costar, a todos, este proceso, que ya no puede detenerse, que está entre nosotros, que nos atraviesa.
Por supuesto el proceso puede ser fatal, para los humanos, para la cultura. Vivimos en una etapa capitalista caracterizada por “lo descartable”. La obsolescencia invade todo, las máquinas, nuestras maravillosas computadoras (carísimas) de antes de ayer, ya no sirven para nada hoy, hay que comprar otras, y hay humanos descartables, esos que se suele llamar púdicamente “excluídos”, barrios, continentes enteros, descartables: que no valen nada.

Los uruguayos vivimos en un oscuro suburbio del mundo. Aquí, en el Uruguay de la segunda década del tercer milenio, según nuestro calendario occidental y cristiano, hay una población pequeña, poco densa y amontonada en porcentaje muy alto, en un polo citadino. Una población de seres descartables. Nuestro destino es inseparable del destino de América Latina.
Mientras, la historia decisiva pasa por otra parte. Nuestro destino lo juegan otros, no las fuerzas inmarcesibles de la fatalidad, otros humanos.
Hemos escrito sobre el Pensamiento Uruguayo, una manera de pensar y ser que nos identifica. La tradición está ahí, “dormida” y será definitivamente interpretada por el curso subsiguiente de la historia ¿nuestra?
El país es una tradición y un proyecto. Para construir el proyecto de país de los uruguayos necesitamos conocer por lo menos tres cosas: la tradición (nuestra), el lugar geopolítico en que nos encontramos (nosotros) y cómo se mueve el mundo en la coyuntura. Son datos mínimos. Necesitamos conocernos a nosotros mismos y a los demás.

Una formación social jamás perece hasta tanto no se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente y jamás ocupan su lugar relaciones de producción nuevas y superiores antes de que las condiciones de existencia de las mismas no hayan sido incubadas en el seno de la propia sociedad”. [2]
No pretendemos escribir una obra “marxista”. Como enseñaba Carlos Quijano, “A Marx una vez conocido no se le puede olvidar. Marca e impregna. Volveremos siempre a él, para refutarlo, para contradecirlo, para negarlo; pero también para confirmarlo y confirmarnos (…) la vida comienza mañana. Un mañana que, claro, se extiende más allá de nuestra propia vida”. [3]
El modo de producción capitalista burgués ha vivido básicamente cuatro etapas: el capitalismo de los tiempos de la revolución industrial, habitualmente nombrado como el capitalismo del laissez-faire, que vivió Marx y devino rápidamente en el capitalismo de los monopolios, el capitalismo que magistralmente definió Lenin; el capitalismo tardío que describen desde distintas perspectivas Ernest Mandel o Jürgen Habermas, y la globalización capitalista que ya está aquí y en cuyo seno se desenvuelve la etapa actual ¿solo una etapa más del capitalismo burgués o algo cualitativamente distinto, los albores de una nueva sociedad?
Hubo una “experiencia socialista” que muy rápido cuajó en socialismo de estado y terminó en una formación capitalista de estado, burocrática, falaz y asesina. No fue una “nueva sociedad”: resultó incapaz de reproducirse y devenir en una superación de la explotación sistemática del hombre por el hombre.
Pero las fuerzas productivas siguieron avanzando, y el cambio ahora está ante nosotros, pero ¿qué cambio?
Hablamos del cambio de modo de producción, de las formas de interrelacionarse trabajo vivo y trabajo acumulado (muerto, pero antecedente indispensable de nueva vida) La producción tiene algo de hijo póstumo, el trabajo que en una etapa se acumula (lo que no se consume, porque es sustraído al consumo, de manera más o menos ominosa) actúa como trabajo muerto en la etapa siguiente. Es educación, cultura, máquinas e instalaciones, ciencia y tecnología que se instrumentalizan a través del esfuerzo del trabajo vivo, en cada nuevo ciclo.

En este ensayo vamos a proponer que el capitalismo burgués aún puede salvarse, que la renta básica universal constituye una vuelta de tuerca posible que habilita una quinta y quizás última etapa, que convive con el parto lento y dificultoso de una sociedad totalmente nueva. No pretendemos ponerle un nombre a esa sociedad, porque entre otras cosas ignoramos su signo. Sabemos que será diferente de todo lo conocido, esa es la característica de la novedad como tal. Sabemos que la revolución científico-tecnológica es de una magnitud mayor a todas las históricamente conocidas por Occidente y la revolución cultural que se sigue y ya está in nuce entre nosotros es solo comparable a otras dos: la primera, que puede significarse con la invención de la escritura y su extensión a conglomerados humanos significativos que fue el paso de la oralidad simple al dúo complementario de oralidad y escritura y la segunda, gigantesca también revolución cultural, asociada a la invención de la imprenta y la difusión amplia del libro.
Esta que estamos viviendo, es entonces, dentro de nuestros parámetros occidentales, la tercera gran revolución cultural, la que sustituye parte de las funciones cognitivas, de memoria y cálculo que solo estaban al alcance de lo humano, por funciones de la máquina. La revolución industrial sustituyó la mano del obrero como instrumento primordial de la producción por la máquina; la revolución científico-tecnológica en curso sustituye el cerebro de muchos hombres por el microprocesador, ese corazón de silicio de nuestras bellas computadoras, las enormes, las caseras, la polifacéticas, las dedicadas.
Hablamos de revolución informática y en telecomunicaciones, de robótica y nanoelectrónica, pero también de revolución sexual, cambios radicales en la institución base reproductiva de la sociedad (la familia, cualquier forma de familia que asuma ser soporte afectivo de grupo, y crianza de nuevos humanos) biotecnologías, prolongación de la esperanza de vida… y mientras las masas de los excluídos – los pobres del mundo, más pobres que nunca, porque ya no sirven ni para ser explotados – nacen y mueren en esta Tierra, cada vez más llena, sin esperanzas.
Todo batido con la algarabía de un final de fiesta, más o menos obsceno, una orgía de la que tal vez participamos.

Esta obra que aquí prologamos se articula en tres partes. El tema de la renta básica se trabaja un poco en la primera parte. Es vista como la esperanza de atenuar las contradicciones y habilitar el tiempo de transición, entre el capitalismo burgués de la globalización y la sociedad (incognoscible) “por venir”.
La segunda parte se dedica no al estudio del cambio tecnológico, sino apenas, a marcar algunas dificultades para ese estudio y establecer una pocas observaciones generales.
La tercer parte quiso estar centrada en el concepto de poder. Apenas en una aproximación a la definición del concepto de poder.

Queda planteada la pregunta ¿la renta básica universal puede configurarse en herramienta de poder, para hacer algo de presión – queda claro que solo podemos hacer eso, un poco de presión – en el tsunami en el cual se revuelve nuestra sociedad mundial, transida de dolores de parto, pues lleva en sus entrañas al mundo nuevo?
Debe alumbrar, ya ha llegado su tiempo, estamos en la hora. La nueva criatura, “el niño” puede nacer muerto o más bien muerto-vivo. Puede emerger de la tempestad una sociedad de zombies, el mundo vigilado, exhaustivamente, à la Orwell, con los recursos que “tenemos” o “tendremos” (o tienen y tendrán, más bien los amos) y que el autor de 1984, que fechó un poco adelantado, no llegó siquiera a imaginar.
También es posible que nazca un mundo de libertad. A eso apostamos, no porque sea probable, simplemente porque no tenemos otra chance, nosotros los excluídos de este mundo.
El futuro no se detiene, ni para mejor ni para peor: es devenir. El devenir puede llevar al hombre a sumirse nuevamente en el seno de la naturaleza. Los animales no tienen historia. Ese empantanamiento sería el “fin de la historia”, no a la manera oportunista que dibuja Francis Fukuyama, quien deja aún un resquicio que eterniza la forma actual de explotación: sin resquicios. Como a la puerta del Infierno de Il Dante, aquí cuelga la leyenda: “Dejad toda esperanza vosotros los que entráis”.
O lograremos una nueva vida.
El poder no es uno, el poder se presenta como fragmentario, se fragmenta, es en multiplicidad. La cuota de poder que podamos manejar, aunque ínfima, es la que tenemos, nuestra única chance.
¿Hacia dónde queremos manejarla? ¿Pujaremos desesperadamente, el niño ya está en el canal u optaremos por destrozarle la cabeza? Si la última los destrozados seremos nosotros mismos, el mundo de los dos tercios, los pobres del mundo.

Aviso: este libro no llega a ninguna parte. Supongamos pues que es un primer emergente de un proyecto más vasto y será seguido, profundizando en homogeneidad, conciencia y experiencia, conservando el compromiso, no necesariamente lúcido. ║

 

Agradezco,

 

Algunos amigos leyeron este libro y ayudaron a superar fallas e incongruencias varias. Para ellos también el agradecimiento. Los errores y las fallas, también las vaguedades que persisten, no son responsabilidad de nadie más que mía, ni de los amigos, ni siquiera de dios (si es que dios existe). ║

 

www.librevista.com nº 47, junio 2022

[1] La autora se presenta a sí misma: María Lía Berisso Ruffinelli (nacida en Montevideo, 1952) ingeniera electromécánica por la UBA de Bs As, con estudios de posgrado en Sao paulo y Estocolmo, en telefonía digital e internacional, trabajó en ANTEL, en planta interna digital, gerente Ing. Federico Solaro quien la discriminaba por ser mujer. Renunció a ANTEL, por esa causa y en acuerdo con su marido José. Ella encargó dos hijos, que ya son adultos, La Dra. Mariana Siniscalchi Berisso y Pedro Siniscalchi Berisso, que trabaja y estudia la licenciatura en diseño visual de la Facultad de Arquitectura. Lía, como le gusta que la llamen, se licenció en Filosofía por la UDELAR y trabajó largos años como docente de Epistemología, Ética y filosofía política en diversas Facultades del área humanística de la UDELAR. Publicó tres libros de poesía, dos de su autoría, tiempo-no y Señoras y señores, y Diferencias, junto con sus compañeros del taller del Ornitorrinco, También cinco libros de ensayos de filosofía política. Recibió el premio Pensamiento Americano, Leopoldo Zea, de la OEA. Por su libro Introducción al pensamiento uruguayo, en co-autoría con su discípulo favorito y colega docente, Horacio Bernardo recibió el premio del Ministerio de Educación y Cultura en la categoría Filosofía édita. Su primera premiación fue una mención de honor por su libro Libertad, 4 ensayos de filosofía política, en 1995. Luego publicó, sin presentarlo a ningún premio Una teoría de la Justicia de John Rawls, en Buenos Aires por Ediciones Deauno.com. Luego obtuvo el premio del MEC en la categoría inéditos en filosofía por el libro Introducción a la Renta Básica Universal del cual es coautora y editora, que fue publicado por la UDELAR en la colección Pensamiento Plural, 2011. Tolerancia, de su autoría, recibió el premio anual del MEC (mención de honor). En el 2012 publica Introducción a la lectura de las Investigaciones de la lectura aporético-dialéctica de las eticidades de Mario Sambarino y colabora en Mario Sambarino, a cincuenta años de sus investigaciones, (Yamandú Acosta y Miguel Andreoli, compiladores). Renunció a la UDELAR en el 2016 y se dedicó a formar el Centro de Investigación Filosófica (CIF) "para limpiarlo todo". El CIF tuvo vida efímera. El 16 de febrero de 2016 asesinaron a su marido que estaba de viaje de trabajo en Asunción, y todo su mundo se vino abajo. Ahora sobrevive en una Casa de Salud, hizo cáncer de colon y huesos, de eso morirá seguramente, pero su agonía es muy larga. La rodean sus hijos y sus amigos, está en pleno goce de sus facultades mentales, pero no puede caminar.

En su obra inédita está:

Renta Básica Universal, factor de poder para el cambio del modo de producción capitalista (2019) cuyo prólogo aquí se publica.

El poemario Desnuda / volver a vivir (en la internación) Diario personal (en la internación)

La novela Sofi y Romeo (en elaboración)

Cartas del exilio

Correspondencia

[2] K. Marx, [1859] Contribución a la crítica de la economía política, Siglo XXI, México, 5ª edición en castellano, 1997, Prólogo, p.5

[3] C. Quijano, en  Marcha 22/8/1958

 

 

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