www.librevista.com nº 49, octubre 2022

Publicación del Premio librevista de ensayo 2022

El fantasma del Psicologismo y la política, de las publicaciones de la Guerra Fría a las News Website

x Gerardo Baltazar Mozqueda[1]

Gerardo Baltazar Mosqueda


El problema no es que convertimos a la psicología en política, sino que
ella misma ya es política y que esto es algo que a la psicología
mainstream no le gusta reconocer
Ian Parker

Un fantasma recorre el mundo: el fantasma del psicologismo. Diversas fuerzas se han alzado   para dar legitimidad a este fantasma. La política contemporánea vista desde el psicologismo no es más que la acción de individuos sedientos de poder, con traumas de la infancia, motivados por instintos primitivos, acomplejados, vengativos, rencorosos, etc. ¿Qué personaje político no ha sido acusado de estar motivado por afecciones psíquicas inconfesables? ¿Qué conflicto sociopolítico no ha sido enfocado desde esta óptica?[2]
El psicologismo - esta peculiar explicación reduccionista que limita sus consideraciones a lo que supuestamente ocurre en la mente y psicología de los actores sociales - actualmente aparece en medios de difusión masiva y pareciera estar en todas partes. En podcasts sobre dictadores en los que se plantea que la infancia complicada de Hitler y su “complejo de superioridad” fue fundamental para su devenir como dictador[3] . En populares documentales transmitidos por canales de televisión según los cuales la traumática muerte del hermano mayor de Lenin fue fundamental para moldear su personalidad y luego convertirse en revolucionario[4] . En conocidas series documentales de Netflix en las que se explica que “el dictador potencial suele ser muy narcisista”[5] . Y en medios de difusión digitales que plantean que el actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, puede explicarse a partir del análisis de la personalidad de Vladimir Putin. Como el grupo de psicólogos que concluyó que, además de narcisista, Putin es ambicioso lo cual se relaciona con deseos “expansionista(s) al no parecerles nunca suficiente y siempre querer más porque, ya que no consideran que se lo merecen”[6] .
Muy probablemente todos estos relatos surgieron con las primeras elaboraciones sociológicas del siglo XIX cuando sociólogos como Gustav Lebon y Gabriel Tarde popularizaron la idea de que el individuo al movilizarse en masa perdía la capacidad de juicio y razonamiento, sino por el contrario, se entregaba a satisfacer sus más bajas pasiones. Además del ulterior desarrollo de disciplinas como la psiquiatría y la psicología y sus conexiones con la criminología. Sin embargo, aquí nos referiremos a un momento posterior en el que los acontecimientos fueron enfocados desde una perspectiva psicologista que terminó por despolitizar los hechos y actores históricos.
Por lo anterior, lo que nos proponemos en el presente ensayo es remontarnos genealógicamente al preguntarnos por el origen de esta forma de concebir la política. En nuestro trayecto, que parte desde el inicio de la Guerra Fría, aportaremos ejemplos concretos sobre cómo se desplegó esta visión hacia dependencias de diferentes Estados nación, así como en obras literarias. Con este recorrido pretendemos responder a una cuestión que nos parece fundamental ¿Cómo es que este fantasma, tan inverosímil para unos, puede ser al mismo tiempo universalmente difundido y aceptado para otros?

La génesis en la Guerra Fría

Diversas investigaciones coinciden en ubicar el inicio del anticomunismo que caracterizó al bloque occidental durante la llamada Guerra Fría, con el discurso de Harry Truman pronunciado en marzo de 1947[7] . Con su intervención en el congreso el presidente de Estados Unidos llamó a combatir a los que definió como regímenes totalitarios, posicionando a aquel país como un defensor de las “libertades”. Si bien se reconoce que este discurso marcó la entrada a una confrontación más abierta entre los modelos enfrentados en la Guerra Fría, en contraparte se conoce poco sobre cómo en esta coyuntura específica un modo de entender la política se introdujo en la esfera pública.
Años más tarde Dwight Eisenhower planteó que su meta durante la Guerra Fría no era conquistar por la fuerza otro territorio, buscaban un objetivo “más sutil, más penetrante, más completo”. Al conjunto de medidas que implementarían se les denominaba Guerra Psicológica y esta era entendida como una “batalla por las mentes y las voluntades de los hombres”. Bajo esta directriz se desarrollaron un conjunto de acciones mediáticas, diplomáticas, artísticas y culturales en lo que se ha denominado como Guerra Fría Cultural[8] .
Al entenderse de este modo la confrontación - como una en la que lo psicológico individual iba a estar en disputa - los psicólogos tendrían un rol fundamental. En los años previos investigadores como Harold Laswell, Paul Lazarsfeld, Edward Bernays, entre otros venían desarrollando diversas investigaciones en este sentido. Una vez que se desató el conflicto bipolar el gobierno norteamericano echó mano de estos investigadores para aceitar su maquinaria propagandística.
También son conocidos los proyectos en los que a través del conocimiento especializado de sociólogos, psiquiatras y psicólogos se buscaba hacer más eficiente al ejército norteamericano en su combate al comunismo. Además del más famoso MK-Ultra están los experimentos del psicólogo Donald Hebb y los tristemente célebres experimentos Stanley Milgram sobre la obediencia a la autoridad[9] .
La inclusión de psicólogos y psiquiatras en el entramado político-militar estadounidense no estuvo exenta de críticas, algunas de estas incluso cuestionaban la inoperancia de estos estudios. Por ejemplo, un estudio realizado por psicólogos en Vietnam quería encontrar (a través de la aplicación de múltiples test) las razones por las cuales había una menor deserción de las filas del ejército en ese conflicto a diferencias de otros previos como la Segunda Guerra Mundial. Sin poder encontrar una respuesta convincente, hasta que un observador externo hizo notar que la prueba carecía de perspectiva, pues no consideraba el simple y sencillo hecho de que en Vietnam la tropa desertora no tenía opciones de movilidad, haciendo muy complicado el abandono[10] . Más allá de la valoración positiva o negativa de estos casos lo que se destaca es la relevancia que habían adquirido estos profesionales de la salud mental en este ámbito.

La psicología en 1984

Además de las anteriores contribuciones directas de algunos psicólogos hubo otras conexiones indirectas que se plasmaron en espacios como la literatura. Novelas como The God that failed y The vital center, han sido ubicadas como iniciales en la literatura del conflicto bipolar. Sin duda la más popular de este conjunto de obras fue 1984 de George Orwell, publicada en 1949.
La todavía hoy popular novela del escritor británico se proyectó inicialmente como una crítica hacia los totalitarismos durante la postguerra. Mucho se ha discutido sobre el uso que la CIA hizo de las obras de George Orwell durante sus campañas culturales en la Guerra Fría. Aquí lo que no que interesa mostrar es que una de las más conocidas novelas de la postguerra también fomentó el punto de vista psicologista durante el periodo con al menos tres elementos; con los “dos minutos de odio”, con el personaje de Julia y con la revelación final de la novela cuando su captor le confiesa a Winston porqué el partido se había aferrado al poder, elemento toral de la novela.
Como se recordará, buena parte de lo que ocurría en la “Zona aérea 1” estaba determinado por las noticias que controlaba el “Ministerio de la Verdad”, así como de la información recabada por el “Gran Hermano”. Además de eso había ciertas prácticas ritualizadas para mantener el dominio de la sociedad, como los llamados dos minutos de odio. En este acto ritual realizado todos los días, los habitantes del lugar proferían insultos a Goldstein, traidor y enemigo principal de la ciudad. Winston –personaje principal de la obra- relata cómo los ciudadanos eran obligados a participar en el acto, pero no por la coerción o por la estricta vigilancia del “Gran Hermano”, sino que “uno era arrastrado irremisiblemente” por la masa de ciudadanos. No obstante, el odio descrito por la pluma de Orwell era una emoción vacía, desprendida de su raigambre política. En sus propias palabras una “emoción abstracta e indirecta que podía aplicarse a uno u otro objeto como la llama de una lámpara de soldadura autógena”[11] .
Imaginemos esta demostración de odio ¿No es bastante similar a la idea de masa irracional, iracunda y sin capacidad de juicio a la que se refería Le Bon en su Psicología de las masas? Es en este punto donde aparece el primer psicologismo en 1984. El acto masivo de protesta contra un enemigo, un acto eminentemente político, se convierte en un ritual adocenado en el que el odio es causa y efecto. El odio se explica así mismo. En otras palabras, la emoción expresada no tiene ya un sustento externo y político, sino que se vuelve autosuficiente.
Un elemento más de relación entre psicología y política en 1984 lo encontramos en el personaje de Julia. La joven amante de Winston formaba parte de la “Brigada Antisexo”, más por conveniencia que por creer en los ideales del Insog. Los planteamientos del Insog sostenían que las relaciones sexuales debían tener por finalidad la reproducción, pues copular por placer estaba terminantemente prohibido.
Una vez que Winston relata a Julia los problemas que tiene con su esposa - pues ella era una ferviente creyente de los principios del Insog - Julia señala que evidentemente aquella represión sexual tenía una finalidad política: “Cuando haces el amor gastas energías y después te sientes feliz y no te importa nada. No pueden soportarlo que te sientas así́ (sic). Quieren que estés a punto de estallar de energía todo el tiempo. Todas estas marchas arriba y abajo vitoreando y agitando banderas no es más que sexo agriado. Si eres feliz dentro de ti mismo, ¿por qué te ibas a excitar por el Gran Hermano y el Plan Trienal y los Dos Minutos de Odio y todo el resto de su porquería?[12]
Como sabemos en la base de la teoría psicoanalítica se encuentra la idea de que en el origen de los trastornos se encuentra la represión de la sexualidad. El propio Wilhelm Reich llevó todavía más lejos estas conclusiones asociándolas con el desarrollo del nazismo en Alemania pero más allá de eso, aquí lo interesante es la aparición de esta particular idea en la literatura[13] .
Finalmente, hacia la conclusión de la novela Winston fue apresado y ahí es torturado por O’Brien quien antes de asesinarlo le revela la clave por la cual el Partido se había aferrado al poder, desarrollado toda su parafernalia y no permitía la vida “democrática” en la “Zona aérea 1”: “El partido quiere tener el poder por amor al poder mismo”. El verdadero origen del totalitarismo quedaba así́ definido: la sed de poder, y sólo eso, fue el origen de la tiranía. Es evidente que esta es una explicación reduccionista. No se pone en duda que haya sujetos que padezcan de esta mística “sed de poder”, aquí lo que se cuestiona es que esa sea la razón última, la explicación omniabarcadora, para un fenómeno como el que se desarrolla en toda la novela[14] .

Los ecos en América Latina

La Guerra Fría en América Latina distó mucho de ser un conflicto que únicamente se desplegara en el ámbito cultural, ideológico y diplomático. La psicología y el psicologismo se desplegaron en un periodo marcado por la confrontación bipolar, con el desarrollo de la Doctrina de Seguridad Nacional que expandía sus garras por América Latina, y con el surgimiento de agrupaciones juveniles inspiradas en el ejemplo de la Revolución Cubana.
Si durante la postguerra el aparato militar norteamericano recurrió a un conocido cuerpo de psicólogos para hacer más eficiente su propaganda, ahora con la agudización de la Guerra Fría en América Latina los Estados recurrieron a un conjunto de psicólogos profesionales para hacer más eficientes sus tareas represivas. Hasta ahora se han documentados los casos de psicólogos que colaboraron en las dictaduras militares en países como Brasil, Chile y Uruguay.
Amilcar Lobo Moreira, conocido psicoanalista brasileño, durante la última dictadura militar asistió a los militares en los interrogatorios a militantes políticos capturados. Dolcey Brito, psicólogo uruguayo, trabajó en el penal de Libertad en donde se mantuvieron cautivos a varios miles de militantes durante la dictadura. Asimismo, se tiene información sobre un psiquiatra mexicano, Salvador Roquet, que asistía a las sesiones de tortura a los militantes guerrilleros mexicanos, suministrando en llamado “suero de la verdad”[15]
Probablemente el caso de más clara colaboración entre un psicólogo profesional y un estado militar fue el del chileno Hernán Tuane Escaff, quien fue el encargado de planear campañas de Guerra Psicológica en los medios de difusión masiva. A partir de su conocimiento como psicólogo buscó con campañas de terror impactar en “las instancias psíquicas más primitivas del sujeto”, como “el ello”. Además, asistió en casos de tortura al aparato represivo de la dictadura, entre otras tareas[16] .

De locos y/o guerrilleros en la literatura

Así como en Europa las ideas de psicólogos y nociones de psicoanálisis no se quedaron únicamente en las tareas represivas de los Estados, en América Latina todo este repertorio de términos, conceptos y nociones se trasladaron a las publicaciones: prensa, periódicos, revistas y libros.
El año de 1968 cimbró las conciencias de miles de jóvenes de diferentes urbes a nivel mundial. Víctor Massuh un conocido filosofo e intelectual argentino del periodo que sería embajador durante el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional (la más reciente dictadura militar en Argentina), en su obra La libertad y la violencia publicada ese mismo año reaccionó a las movilizaciones juveniles.
Argumentó la existencia de un determinado perfil de sujeto al que denominó “hombre psíquico”. Explicó que desde inicios del siglo XX la cultura tradicionalista y racionalista iban perdiendo vigencia, mientras que por otra parte antropólogos y psicólogos daban cuenta de la existencia de los “estratos inferiores del ser” y los “bajos fondos del alma”. Con lo cual se promovió una “liberación de lo irracional”, ulteriormente al ser reconocida la imagen de este “hombre psíquico” movido por impulsos inconscientes se desarrolló “una actitud complaciente ante toda manifestación de la irracionalidad humana y de la vida impulsiva”. Finalmente, alertaba sobre el cambio de un ideal de lo humano asociado a la racionalidad a un hombre “con sus impulsos enfermos, comenzó a mimar su irracionalidad caótica y destructiva, la consideró una forma de la salud. Se sintió un paciente con derechos ganados a la exhibición de sus miserias y desequilibrios”[17] .
El “hombre psíquico” se complementaba con el “hombre apocalíptico” que, siguiendo con Massuh, implementaría acciones violentas para conseguir saciar sus pasiones más abyectas aun cuando proclamara otros objetivos. Uno de estos personajes sería para Massuh el guerrillero, quien “acomete la violencia a plena luz, no teme sus formas desnudas porque las encuentra bellas, necesarias y legítimas”[18] .
Las guerrillas latinoamericanas fueron particularmente psicologizadas por diversos intelectuales. En México el popular escritor, Roberto Blanco Moheno, colaborador de la revista Siempre! planteó que Ernesto Guevara de la Serna, lejos de ser la figura heroica del guerrillero latinoamericano era un sujeto con múltiples complejos de fijación infantil, padecía asma desde pequeño y “cualquier psicoanalista puede decirles a ustedes la íntima conexión que hay entre esa enfermedad típicamente neurótica - de fijación infantil - y la expresión escrita después, de ver al más querido de sus camaradas, (…) muerto”. Para adelante añadir: “Freud no solamente puede curar a los enfermos sexuales, sino también a los enfermos sociales. Los comunistas, los pseudo comunistas de nuestra raza indoamericana son, todos, enfermos sociales. O fueron edipos en el sentido freudiano, o por el contrario sintieron vergüenza de sus padres, o una mujer los humilló, o son impotentes, o se casan con su cocinera, pero el hecho concreto es que no tienen nada de revolucionarios[19] .
Los casos de Massuh y Moheno recién mencionados no fueron los únicos; incluso Octavio Paz escribió sobre los guerrilleros latinoamericanos que estaban movidos por “la desesperación, la inseguridad psicológica y las tendencias inconscientes al suicidio” .
Una cita más que ilustra el modo en que fueron psicologizadas las agrupaciones guerrilleras, plantea que sus integrantes provenían: “de hogares generalmente en proceso de disolución, creados en un ambiente de irresponsabilidad familiar, víctimas de la falta de coordinación entre padres y maestros, mayoritariamente niños que fueron de lento aprendizaje; adolescentes con un mayor grado de inadaptación en la generalidad, con inclinación precoz al uso de estupefacientes en sus grupos con una notable propensión a la promiscuidad sexual y con un alto grado de homosexualidad masculina y femenina”[21] .
La anterior descripción fue pronunciada, ni más ni menos que por Luis Echeverría Álvarez, presidente de México, en su tercer informe de gobierno en 1974, mostrando así la relevancia que tuvieron este tipo de ideas durante el periodo.

El fantasma y la nueva derecha ¿siguen?

Permítame retrotraerla/o hacia la descripción de Vladimir Putín con la que iniciamos. Un grupo de psicólogos concluyó que el actual conflicto bélico entre Rusia y Ucrania está relacionado con ciertos rasgos de personalidad del presidente ruso. En otra nota encontrada en la web titulada “Un retrato psicológico. En la mente de Putin, las claves para entender al presidente ruso” se cita un libro de Vladimir Fedorovski en el que se plantea que la infancia del Putin y la complicada vida en su barrio sería fundamental para entender su comportamiento político, de este modo “La manera que tiene hoy de responder ojo por ojo en el ámbito internacional se remonta a esa infancia, marcada por un agudo sentimiento de heroísmo nacionalista combinado con la rabia del chico que quiere salir adelante”[22] .
Dejemos por ahora de lado cualquier juicio sobre los anteriores pasajes. En otra nota titulada “Putin en el diván: omnipotente, sádico y un depredador político”, se les preguntó a varios psicoanalistas sobre los rasgos de personalidad del ruso. Manuel Fernández Blanco plantea que “Para alguien que vivió con su familia en 20 metros cuadrados, tal vez el expansionismo, a cualquier precio, puede ser otra característica”[23] .
Algunas de estas notas introducen matices en los que se plantea que la personalidad de Putin debe ser puesta en perspectiva, incluso retoman su pasado como miembro de la KGB para tener una visión más completa sobre los antecedentes y realizar mejor el cuadro de análisis.
No obstante, aquí no se trata de buscar el artículo que más se aproxime a la correcta interpretación de la personalidad de Putin, es la forma en su conjunto de estos abordajes la que se cuestiona.
Podríamos ingresar en el buscador de google cualquier nombre de político más o menos popular y encontraríamos resultados de este tipo.
Pero volvamos a nuestra pregunta inicial: ¿Por qué este fantasma (increíble para algunos y amenazante para otros) sigue vigente?
Con el recorrido que hemos hecho hasta podríamos esbozar una primera respuesta provisional: porque durante la Guerra Fría se popularizó un modo de concebir la política muy acorde a una ideología dominante, individualista y patologizante de la diferencia. Fue en este periodo donde se popularizó el psicologismo porque profesionales del campo Psi ocuparon espacios estratégicos en Estados nación y medios masivos de difusión. Era además un periodo en donde el conocimiento del campo Psi que comenzó a circular era novedoso y atrajo a públicos lectores potenciales. Sin embargo, esta respuesta aun deja sin responder la interrogante por su actual popularidad.
Antes de continuar considero importante una aclaración, para evitar malas interpretaciones, no estoy exaltando a Putin como una figura que eventualmente pueda fungir como un líder para un proceso rupturista. Lo que planteo es que, en el mundo contemporáneo, aun sin la confrontación bipolar que se dio en la Guerra Fría el fantasma del psicologismo subsiste.
Quisiera añadir a la tesis del origen histórico de estos relatos un elemento más que ayuda a comprender su vitalidad en el presente, aun después del fin del conflicto bipolar. La popularidad del psicologismo tiene que ver un pacto implícito con el status quo. El psicologismo puede funcionar perfectamente como una “explicación convincente” para los grandes públicos y aplicable a los más variados fenómenos políticos, sociales contemporáneos o incluso históricos. Con estas “explicaciones” sobre la política se invisibilizan una serie de determinaciones políticas, económicas y sociales que de hecho están detrás de todos estos fenómenos. Volviendo al tema de Rusia, al discutir la personalidad de Putin se pierde de vista todo lo demás; la posición geopolítica que se está disputando en esa región entre la OTAN y Rusia, sus determinaciones económicas, etc.
Resulta más cómodo para el status quo hacer ver que los conflictos políticos tienen que ver con problemas entre individuos y sus personalidades, emociones y trastornos; que entre clases sociales o por intereses económicos. Pensemos en otro ejemplo contemporáneo, luego de un tiroteo ocurrido en El Paso, Texas, en agosto de 2019, el entonces presidente Donald Trump planteó que eran “las enfermedades mentales y el odio las que aprietan el gatillo”. Al reducir este hecho a lo que supuestamente ocurrió en la psicología del asesino quedaron fuera de foco algunos otros aspectos importantes como la filiación del perpetrador (supremacista blanco); el debate sobre el control de armas en EEUU y el propio discurso racista y xenófobo empleado sistemáticamente por el propio Trump.
Finalmente, quiero referirme a un hecho un tanto azaroso pero que encuentro significativo y alarmante. Hace días veía un video de Axel Kaiser, el joven chileno que junto con Gloria Álvarez, Agustín Laje y otros, son figuras conocidas de la nueva derecha latinoamericana. El video es una conferencia en la que Kaiser compara la Revolución Francesa con el movimiento de Independencia de EEUU. En su lógica argumentativa el proceso en Francia habría concluido con un río de sangre y fracasado en buena medida por sus ideales igualitarios y por preocuparse excesivamente por los “bienes materiales para la subsistencia”, en contraparte el proceso en el norte de América habría concluido exitosamente, con mucho menor coste de vidas humanas por su pacifismo. Lo que me parece significativo, es que casi para finalizar su exposición plantea con una notable similitud a los casos antes referidos la misma sentencia psicologista: “cuando ustedes examinan a los líderes revolucionarios que eran extremadamente radicales, los jacobinos en especial obviamente, eran personajes muy resentidos y llenos de odio y rabia” de lo cual se deriva la lección con la que concluye la conferencia “las teorías de igualdad solo pueden conducir al terror”[24] .

En síntesis, creo haber mostrado que el psicologismo tuvo un momento importante de desarrollo y difusión durante la Guerra Fría en donde sirvió muy bien para los objetivos políticos, militares e ideológicos de una de las partes en pugna. Que luego de la Guerra Fría, actualmente el psicologismo sirve al status quo como una “explicación convincente” difundida principalmente en medios masivos de difusión y digitales; y que con estas explicaciones se ocultan las raíces económicas, políticas y sociales de los conflictos y fenómenos contemporáneos.
Resulta necesario seguir motivando la crítica y análisis riguroso de este tipo de saberes y discursos dada su popularidad. Es llamativo y preocupante – aunque totalmente lógico - que figuras de la nueva derecha estén tomando estas enunciaciones como argumentos para impulsar sus programas políticos, así esperamos que este ensayo sirva cuando menos para azuzar el debate y sacudir conciencias.  ║

Referencias bibliográficas

Baltazar Mozqueda, G. La intervención de los psicólogos durante las dictaduras militares en América Latina: complicidad y oposición, Psicología sin Fronteras, No. 4, México, 2019 Noviembre-Diciembre, pp. 74-99;
Blanco Moheno, R. Tlatelolco. Historia de una infamia, México, Diana, 1969. Hobsbawm, E. Historia del Siglo XX, Crítica, Buenos Aires,1998.
Massuh, V., La libertad y la violencia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968.
Pavón Cuéllar, D. Psicología y Destrucción del Psiquismo: La Utilización Profesional del Conocimiento Psicológico para la Tortura de Presos Políticos, Psicologia Ciência e Profissão, Brasil, vol. 37, 2017, pp. 11-27.
Paz, O. Los centuriones de Santiago, Revista Plural, No. 25, octubre de 1973, pp. 49-50.
Riquelme, H. Ética profesional en tiempos de crisis. Médicos y Psicólogos en las dictaduras de América del Sur, Revista Polis, 2004, pp. N/a.
Stonor Saunders, F. La CIA y la Guerra Fría Cultural, Barcelona, 2001.
Watson, P. Guerra, persona y destrucción. Usos militares de la psiquiatría y la psicología, Nueva Imagen, México 1982.

Referencias digitales

Consuegra, G., “Putin en el diván: omnipotente, sádico y un depredador político”, La voz de Galicia,    27     feb         2022 consultado en https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2022/02/26/putin-divan-omnipotente-sadico-depredador-politico/00031645909282604986539.htm (octubre 2022)
Ginsberg, D; Laufer, J; Bell Pasht, J; Dinklage, P; Bekhor, J, (Productores), ¿Cómo se convirtieron en tiranos?, Netflix, 2021.
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Whittell, G. Un retrato psicológico. En la mente de Putin, las claves para entender al presidente  ruso, El Correo,  20 de     Abril de 2022, Consultado   en https://www.elcorreo.com/xlsemanal/personajes/putin-rusia-vida-privada-infancia-rusia- presidente-esposa-hija.html (octubre 2022)

www.librevista.com nº49, octubre 2022

[1] Reseña autobiográfica: Nacido en Morelia, Michoacán, México. 31 años. Licenciado en Psicología y Maestro en Historia. Me desempeño como docente de nivel medio superior y superior. Me gusta el futbol soccer, el café, el cine de Patricio Guzmán y la obra de Roberto Bolaño. Con el preocupante resurgimiento de las derechas, en mis investigaciones quisiera indagar desde una perspectiva histórica a personajes como los descritos en La literatura nazi en América.

[2] Aquí jugamos con tres distintas acepciones de la palabra “fantasma” que de acuerdo a la RAE puede ser: 1) Imagen de un objeto que queda impresa en la fantasía, 6) Amenaza de un riesgo inminente o temor de que sobrevenga o 7) Aquello que es inexistente o falso. Consultado en https://dle.rae.es/fantasma (octubre 2022)

[3] Jorge Newman, Vale Estrada (Presentadores), Dictadores. Adolf Hitler pt. 1: Alemania, Parcast (Productor), min. 5-7.

[4] N/a, Lenin parte 1, 2017, min. 10, consultado en https://www.youtube.com/watch?v=-8GTSnlP5dg (octubre 2022)

[5] David Ginsberg, Jake Laufer, Jonas Bell Pasht, Peter Dinklage, Jonah Bekhor (Productores), ¿Cómo se convirtieron en tiranos?, Netflix, 2021, min. 6

[6] María Fernández, “Putin, analizado por los psicólogos: Un narcisista con necesidad de dominar”, El debate, 1 marzo 2022, consultado en https://www.eldebate.com/sociedad/20220301/putin-narcisista-maquiavelico-amenaza-orden-mundial.html  (octubre 2022)                     

[7] Eric Hobsbawm, Historia del Siglo XX, Crítica, Buenos Aires, 1998, p. 229.

[8] Frances Stonor Saunders, La CIA y la Guerra Fría Cultural, Barcelona, 2001, p. 212.

[9] David Pavón Cuéllar, Psicología y Destrucción del Psiquismo: La Utilización Profesional del Conocimiento Psicológico para la Tortura de Presos Políticos, Psicologia Ciência e Profissão, vol. 37, Brasil, 2017, p. 16.

[10] Peter Watson, Guerra, persona y destrucción. Usos militares de la psiquiatría y la psicología, Nueva Imagen, México, 1982, P. 43-44.

[11] George Orwell, 1984, Planeta, Buenos Aires, 2003 (1ª ed. 1952), p. 22.

[12] Ibid., p. 140.

[13] Interesados pueden consultar: Sigmund Freud, Tres ensayos de teoría sexual, en Sigmund Freud, Obras Completas, Vol. VII, Amorrortu, Buenos Aires, 1992, pp. 109-224; Wilhelm Reich, Psicología de masas del fascismo, Ayuso, Madrid, 1972, 148 pp.

[14] Orwell, Op. Cit., p. 269.

[15] Gerardo Baltazar Mozqueda, La intervención de los psicólogos durante las dictaduras militares en América Latina: complicidad y oposición, Psicología sin Fronteras, México, No. 4, 2019 Noviembre-Diciembre, pp. 74-99; Horacio Riquelme, Ética profesional en tiempos de crisis. Médicos y Psicólogos en las dictaduras de América del Sur, Revista Polis, 2004, pp. N/a.

[16] Hernán Tuane Escaff, N/a, Departamento de Relaciones Humanas, Santiago, 19 noviembre 1973, p. 1.

[17] Víctor Massuh, La libertad y la violencia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968, pp 77-79

[18] Ibid., p 69.

[19] Roberto Blanco Moheno, Tlatelolco, Historia de una infamia, Diana, México, 1969, p 90

[20] Octavio Paz, Los centuriones de Santiago, Revista Plural, Nº25, octubre de 1973, pp 49-50

[21] Diario de debates, Legislatura XLIX, México, Año II, Período Ordinario, Fecha 1974, setiembre 1, Número de Diario 3.

[22] Giles Whittell, Un retrato psicológico. En la mente de Putin, las claves para entender al presidente ruso, El Correo, 20 de Abril de 2022, Consultado en https://www.elcorreo.com/xlsemanal/personajes/putin-rusia-vida-privada-infancia-rusia-presidente-esposa-hija.html  (octubre 2022)

[23] Gabriela Consuegra, Putin en el diván: omnipotente, sádico y un depredador político, La voz de Galicia, 27 feb 2022 consultado en https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2022/02/26/putin-divanomnipotente-sadico-depredador-politico/00031645909282604986539.htm (octubre 2022)

[24] Axel Kaiser, Francia y Estados Unidos: La revolución contra la revolución, Conferencia pronunciada en Fundación para el progreso, Santiago, 24 abril 2019.

 

 

 

 

 

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