Entrevista a Marcelo Viñar

Librevista.- En el libro "Fracturas de memoria, Crónicas para una memoria por venir", Usted anotaba las molestias entre la gente cuando se planteaba la necesidad de memoria ( de recordar acerca de la dictadura) ¿cómo lo ve ahora?

Marcelo Viñar.- Evidentemente las cosas no son como hace diez años cuando publicábamos el libro. Hay la superposición de procesos múltiples. Recortar el tema de las secuelas de la dictadura no es fácil. Una cosa que ha cambiado es que han funcionado los mecanismos democráticos, el sistema de prisión arbitraria y tortura no sigue vigente, la justicia e injusticia siguen vigentes de otra manera. La perspectiva de una década más hace que el tema vuelva con empuje. El caso Gelman dio un sacudón mediático muy importante. Esto se habla hoy con más libertad que hace diez años. La distancia hace ver que, si bien se saldó jurídicamente que no se persiguiera a torturadores y desaparecedores, la sociedad sigue hablando. Son cosas que remueven lo personal, llevan a la escena mediática el tema y hacen pensar a mucha gente. Es un cambio que me parece decisivo. El hacer justicia parece mucho más improbable, algunos han envejecido, otros siguen en escena, pero hay un reconocimiento en la escena colectiva. Había una proscripción de la memoria, pero hoy lo habla todo el mundo. Era impensable hace diez años que el Gral. Pinochet estuviera siendo juzgado. Hay una porosidad entre realidades tan distintas y desiguales como las de Uruguay y Chile. El comercio monstruoso de hijos de desaparecidos es la punta del iceberg más repugnante y abyecta de los que fue la lógica del gobierno dictatorial: asesinar a la madre y todavía apropiarse del fruto de su vientre es algo que conmueve a todo el mundo. El Uruguay es signatario de un convenio internacional contra la tortura que obliga a los signatarios a considerar que no son crímenes prescriptibles y desterritorializan la persecución jurídica de los opresores. Es un hecho nuevo y se hará un uso bueno o malo de él. En la izquierda, de Seregni a Mujica han señalado los riesgos de esto. La división izquierda-derecha en esto no se comprobó. Sanguinetti y Mujica tuvieron una voz de coincidencia en los riesgos de la desterritorialización.. El gran hormiguero que es la humanidad empieza a pensar con porosidad sobre este tema, dando corrientes de opinión que con los años veremos la importancia que tienen. Ahora se sabe que hay un concernimiento mundial de que los mecanismos de impunidad sean cada vez más difíciles.

- En lo nacional, entonces, aquella cuestión tan escindida está intentando recomponerse.

- En lo que respecta a las deudas de la dictadura, creo que sí. No tanto ni tan ligero como quisiéramos, pero la ecuación de este momento está mejor.

- Hay toda una jurídica que marca que hacer justica no es posible, es cuando la ley anda detrás del uso y costumbre.

- Es cierto que la ley impone límites.

- Tal vez estemos anticipando una nueva jurídica. Cuando leí "Fracturas" por primera vez pensé que esas escisiones de memoria, luego fracturas, no eran producto exclusivo ni original de la dictadura, sino que ésta algo así que llovió sobre mojado. Reventó en el 73, siguió luego con una inercia brutal, pero la sociedad uruguaya estaba fragmentada antes del 73 entre quienes querían conservar y cambiar. Cuando la dictadura actuó, fue una dictadura muy cívica.

- La lucha por la justicia social, cómo se va a reformular esto en el siglo veintiuno, eso no lo sé. Como psicoanalista, la situación de exclusión es cómo esta estructura productiva crea excluídos y el excluído siempre es desechable. Es una tendencia creciente, a pesar del esfuerzo de distribución de bienes al estilo socialdemócrata, el batllismo muestra cifras que no son tan malas como en el resto de América Latina. Ahora, cómo eso se va a procesar, cómo el Uruguay se va a enganchar en el mundo de la globalización, yo le diría que esto es algo que no sabe nadie. Lo que sí hay que trabajar de inmediato es contra la producción de hombres desechables.

- Dentro de su área de estudioso del ser humano, ¿serían evitables los "excesos" que hubieron en la dictadura? ¿son intrínsecos al ser humano?

- Lo peor siempre se puede repetir. No me gusta dar explicaciones sobre la naturaleza humana. Lo que pienso es que se ha mostrado la recurrencia de estos fenómenos, no sólo en el planeta occidental, sino también por lugares donde la izquierda estuvo en el gobierno. La historia, hasta ahora, no ha podido impedir estos momentos de violencia genocidas. Hay que seguir trabajando.

- Creo que importa apuntar que lo que desaparece hoy es la tortura política masiva, pero no la tortura. El poder la ejerce en forma rutinaria.

- La sociedad es un organismo cambiante y la distribución de los bienes puede ser siempre un poco mejor o un poco peor. En este sentido soy muy evolucionista y los radicalismos no han mostrado en el siglo veinte posibilidades de realización. Hay que partir no de una posición vanguardista sino explorar cuáles son los hechos que tienden a empeorar la justicia y cuáles a mejorarla.

- En Fracturas, se pregunta si hay que buscar la memoria y el olvido solamente en la arquitectura individual de la personalidad o hay que buscarlas en la trama colectiva de la memoria social.

- Las relaciones entre lo individual y lo colectivo siempre nos hacen trastabillar al investigador. Tal es así que tenemos un odio obsesivo y personalizado a la individualidad del dictador, pero hubieron grandes masas que apoyaron soluciones autoritarias. El hitlerismo es el caso más notable del siglo veinte, o el stalinismo en la URSS, del que cada vez sabemos cosas más horribles, o el polpotismo en Camboya. Hay que explicar el fenómeno no sólo de cúpulas crueles sino explicar cuáles son las condiciones en las voluntades individuales para avenirse a soluciones mágicas. Lo que promueven las utopías de izquierda y derecha son soluciones globales y mágicas, el hombre nuevo, el ario puro, eso de creer en un cero de la historia, en el hombre nuevo, ha sido la puerta de entrada al crimen. Yo me he convencido, tuve también creencias revolucionarias, que el conflicto dentro de la democracia, la tolerancia de las diversidades, los gradualismos han sido históricamente más creativos, menos dañinos que las soluciones radicales. Entonces, en la relación entre lo individual y lo colectivo, creo que hay que generar fenómenos de interacción, son los individuos que inciden en los grupos, el asunto es la porosidad de los niveles. Si hay una estructura muy verticalista donde es poder sea monolítico o si es una sociedad heterogénea donde las culturas no dominantes o alternativas tengan un derecho no sólo al pataleo sino a la expresión. Tal vez lo que estamos haciendo nosotros en este momento es pataleo de un pensamiento no hegemónico, no mayoritario sino justamente alternativo.

- ¿Por qué esa especie de malestar colectivo e individual para con el tiempo dictatorial?

- Por el horror que allí vivimos todos.

- Y las responsabilidades.

- Todos tenemos algo de bochorno y de vergüenza por no haber hecho todo lo que se debió o pudo hacer. Todos tenemos heroísmos y cobardías.