Conversación con Gerardo Honty (*)

"en la región, (busquemos) ciertos acuerdos según los cuales vamos a recibir estas inversiones bajo tales circunstancias, todos juntos, de la misma manera, si no, no recibimos ninguna"


En el tema de los molinos de celulosa ¿podemos encontrar límites aceptables, entre cierto desarrollo convencional y la economía ecológica? ¿se puede lograr ese equilibrio?

A mí me parece que es muy poca la oferta de empleo que generan estos emprendimientos para ni siquiera correr ese riesgo. Ya todo el lío que estamos teniendo con Argentina es demasiado precio para seiscientos puestos de trabajo que con suerte se van a crear. En la economía tradicional, sin entrar en la economía ecológica, no tenemos un buen balance de cuantos puestos se van a perder en el turismo o la miel. El otro tema asociado es el forestal. Ahí sí tenés una generación de empleo menor a la de la ganadería extensiva, que ya generaba poco. Ahí sí que los problemas ambientales se multiplican. Se supone que las plantas, funcionando más o menos bien, no deberían tener emisiones complicadas al río. Se supone que tampoco tendría grandes problemas de olores en funcionamiento normal. Me parece que los problemas están en los accidentes, como pasó en Valdivia. O no se puede controlar, o a propósito liberás algo. En una cantidad de industrias, no sólo las papeleras, en ciertas circunstancias largan por otro caño. En toda la cadena, en la forestación sí que tenés problemas mayores. La forestación implica un cambio radical en el ecosistema. Estás introduciendo masivamente un monocultivo exótico. Como siempre, eso no podés verlo hoy, nos vamos a dar cuenta del impacto forestal capaz que dentro de cincuenta años. Lo que ha pasado en los últimos años, toda la crisis ambiental, los desarrollos productivos, los cambios en las maneras de producir no han dado tiempo a los ecosistemas para adaptarse. El cambio climático es un ejemplo típico. El mismo nivel de emisiones, si lo hacés en cuarenta mil años no tenés problema, pero si lo hacés en cien…

¿Puede existir un ordenamiento forestal?

Cualquier monocultivo es malo, pero si encima lo llevás a las escalas que se manejan en el Uruguay… Podría haber un manejo forestal pero nunca podés estar hablando de cultivar un millón y medio de hectáreas, casi el diez por ciento del país, como están diciendo. Se podría llegar a hacer cultivos forestales más restringidos. Pero esto pasa también con el arroz, la soja, va a pasar con la caña de azúcar. Además, el eucalipto es una planta muy grande, que absorbe una cantidad de agua y después que abandonás ese cultivo no podés hacer otro, te arruina el lugar. Esta es una oportunidad porque hay demanda de papel, el país tiene tierra disponible, no tiene ninguna otra opción a mano y dice, bueno, vamos a hacer esto que se nos ofrece. Se tomó este camino del papel, pero no estoy seguro que sea la mejor opción que el Uruguay pueda tomar, aunque sí la más sencilla. Por ejemplo, el Uruguay desarrolló seiscientas mil hectáreas de carne orgánica que tiene mercados específicos y muy caros en el mundo. Hay que especializarse en productos en cuyo precio esté la calidad ecológica. Si agarrás por el camino más corto, que es lo que te piden, vas a caer en las peores tecnologías masivas.

¿Pensás en alguna institución estatal que podría propiciar ese tipo de emprendimientos con alta calidad ecológica? No parece sacarnos de una situación muy comprometida económicamente.

No nos sacan pero tampoco nos saca lo forestal. Hay que vender y luego repartir la plata, las divisas, pero si allí trabajan cuatro, y si además uno se la lleva toda, no generás beneficio para el país. No digo que la carne sea la solución, no dan laburo, pero en agricultura orgánica, en miel orgánica, en lácteos podés generar miles de puestos de trabajo. En el Ministerio de Ganadería hay alguna reparticiones especializadas, por ejemplo la Dirección forestal, podría haber una Dirección lechera, mielera. ¿Por qué no hay lo mismo? Son opciones que se han tomado.

Si este proceso continúa, en tu opinión, ¿qué hay para hacer? ¿qué hacer con el monstruo?

Las plantas empezarán a producir, si tenemos suerte sin accidentes, se van a instalar otras plantas, va a cambiar el ecosistema y cambiar culturalmente el medio rural. La introducción de la ganadería hace quinientos años significó un cambio, el segundo gran cambio cultural fue el alambrado y la forestación va a ser una revolución cultural de la misma índole. Las condiciones están creadas, hay sí un tema novedoso, la evaluación de impacto ambiental para la plantación forestal que antes no estaba, y hay una ley de ordenamiento territorial que se verá cómo va a manejar la cuestión. No va a haber ningún político que levante la mano para decirle a Botnia “no plante eucalipto acá”, no sé si algún Intendente. ¿Qué tendría que decir una ley de ordenamiento territorial? “En las mejores tierras del litoral no se plantan eucaliptos”. Si vos decís eso, Botnia cierra o se le cambia mucho la ecuación de costos, porque ellos tienen calculado que les sirve si la planta está ahí, en un radio de unos 200 Km. No he visto un político de derecha o izquierda cuestionar este modo de desarrollo forestal. El director forestal de este gobierno es un forestador más. Sí hablaron de los productos, que no se haga forestación sólo para exportar rolos o pasta de celulosa, sino que se instale otro tipo de industria maderera.

Se está recalificando los suelos de prioridad forestal y también se está estudiando la propuesta de que si el propietario tiene la mitad forestada de una tierra de cierta calidad, no puede forestar la otra mitad por razones de homogeneidad, como se hace ahora.

Puede ser, no me acuerdo. Hay dos obras en construcción y viene una tercera que no está. A la tercera la podemos parar. Si vos querés que no haya más que esas dos, que ya son un montón, ya es un logro. Le ponés un techo a las necesidades de la celulosa.

No hay en el sector privado un liderazgo inversor suficiente para cambiar este rumbo. Cualquiera sabe que el Uruguay invierte lo que le sobra, pero no lo que necesita. Los que están en la producción son más consumidores que reinversores. Ningún país funciona así.

Sí, pero tampoco funciona a fuerza de inversión externa que recupera toda la renta para sí.

Entonces estamos llegando a una situación de preocupación muy grave. Haciendo un juicio práctico, no de principios, voy a aceptar que el agua llegue hasta acá y para eso voy a tomar medidas de seguridad y programas. Ahora bien, no veo a los funcionarios, que los hay conscientes de este problema, con poder político para manejarse dentro de estos límites. Hay también una gran presión de la opinión pública.

Desde el punto de vista del público, nosotros no podemos tener una vida de opulencia, todo el mundo quisera tener su autito, su casita, mandar al chiquilín al liceo privado, entonces todos no podemos vivir así. El país no da, al menos para ese nivel de vida. Si pudiéramos lograr un nivel de vida, no con tanto confort pero mejor desde un punto de vista social, de la estabilidad, pero con menos. Nadie está dispuesto a eso. ¿Cómo puede hacer el Uruguay para tratar de crecer y repartir en un mundo como éste, donde los que tienen el liderazgo productivo son los extranjeros que vienen a traer plata si tienen tales condiciones favorables. El Uruguay va a chocar con ese problema si quiere determinado nivel de vida, va a tener que aceptar ese tipo de inversiones y esas condiciones. Van a ser beneficio para muy pocos y la mayoría de la gente va a seguir viviendo el mismo problema. Con respecto a la región, vamos a lograr ciertos acuerdos por los cuales vamos a recibir estas inversiones bajo tales circunstancias, todos juntos, de la misma manera, si no, no recibimos ninguna. Y hagamos complementariedades productivas, de acuerdo a las condiciones ecosistémicas de cada uno. Porque estamos haciendo el famoso dumping ecológico en la región, nosotros plantando caña de azúcar en la frontera, que capaz no es lo mejor, los brasileños haciendo ganadería habiendo talado medio país para poder hacerlo. Pero este camino ha sido cerrado completamente por los últimos acontecimientos. Si no estás dispuesto a bancarte, vivir con menos para repartir mejor la torta, no tenés muchas opciones. Creo que Mujica antes de las elecciones tenía un poco este discurso, pero ahora el discurso de él es bajarse las bombachas.

Una negativa total al complejo maderero como sostienen algunos ambientalistas o la asamblea de Gualeguaychú no es sostenible socialmente aquí en el Uruguay.

No, pero podés no estar de acuerdo, admitiendo que se va a hacer, son cosas distintas. Ahora, lo de Gualeguaychú no es un fenómeno ambiental, es local. No se oponen a la forestación ni a las plantas de celulosa. Se oponen a que estén ahí enfrente. Que las corran.

Igual que lo ocurrido en mi barrio con la planta de disposición de residuos hospitalarios.

Es lo que pasa eternamente con esos proyectos. Así estamos sin incineradoras y quemando en cualquier lado. Ahora, con los árboles se pueden hacer un montón de cosas, el problema es cómo se hace, como el arroz, la caña de azúcar, el trigo. La remolacha hizo mierda la mitad de los suelos de Canelones y hasta el día de hoy estamos pagando esa enorme erosión. No es la planta, es la extensión y el modo de plantar.

Me sigo preguntando dónde insistir, con viabilidad científico-política, y al mismo tiempo valorativamente, sobre estos hechos consumados.

Cuando estuvimos a principios de año buscando información sobre cuál era la tecnología mejor, si la TCF o la ECF, lo único que encontramos es que los científicos que defienden la ECF trabajan con empresas que utilizan ese método y los que están de acuerdo con la TCF trabajan en empresas TCF. Es una tecnología de tan ultimísima generación que no se conoce, salvo por la gente que trabaja en esas empresas. No hay desarrollo científico independiente, entonces, ¿qué hace la DINAMA con esto? No tiene técnicos que le hagan el estudio y le pasa con otras areas. Esto no es un problema científico. ¿qué parámetros científico-técnicos te asegura si la cadena forestal papelera es o no sustentable? ¿qué indicador técnico va a medir eso? Es primero que nada un problema político, ver a qué modelo de país conduce tal cosa y luego nos gusta o no nos gusta. La discusión científica podés llevarla a 2 gramos por litro pueden llegar a matar 4 pescados. Es una sutileza que no es sustancial.

Si eso es cierto, estamos cerrando todo tipo de comunicación. Como seguramente no hay dos modelos, sino que hay multiplicidad de modelos, hay que recurrir a alguna base común de diálogo y ahí entran argumentos que no son sólo valorativos ni ético-políticos, ideológicos, sino que además tienen que contener una cierta fundamentación científica. Yo no creo que existan sólo el modelo industrialista y el ambientalmente sustentable. Se me ocurre es que varias formas productivas se van a ir incorporando si hay incentivos para la inversión. Y así habrá que irlos enmarcando dentro de ciertos parámetros aceptables desde el punto de vista ambiental y social. Los químicos y bioquímicos deberían tener alguna base común de diálogo. Parece que estamos obedeciendo a la chacrita de cada uno.

Eso ni hablar. Para mí los químicos es típico que estaban buscando laburo. Lo dijeron con todas las letras, los problemas no son de química. Lo que digo es que, en este caso concreto de la papelera, lo científico es el tres por ciento. Lo que hay que discutir es hasta dónde van a contaminar y esa discusión es política. En este caso, ni siquiera tenemos claro cómo funciona el ecosistema del río Uruguay, como son las rutas migratorias, qué impacto pueden tener en la cadena trófica. Los impactos pueden además diluírse en el tiempo. Lo que todavía no asumimos es que actuamos como si la ciencia tuviera la verdad. La ciencia es provisoria siempre. Lo más que podemos decir es que del conocimiento actual que tenemos del río el impacto es tal. Ahora, yo creo que la dimensión de la planta es suficientemente grande para que yo no esté dispuesto a manejar ese grado de incertidumbre, porque esa planta va a estar cuarenta años. ¿Qué pasó con el DDT? Lo regaron por todo el mundo, después se dieron cuenta que era un veneno y ya era tardísimo. De aquí a treinta años yo no sé lo que va a pasar con el tema de los químicos, más allá de accidentes. Por estas razones se introdujo aquello del “principio precautorio”, la incertidumbre científica es tan grande, que hay que abstenerse de hacer ciertas cosas cuando no se sabe el impacto que tienen. Ahí es donde digo que la decisión es política: la decisión la tomo en función del riesgo balanceado con los beneficios que tengo. Si me dicen que voy a tener doscientos mil puestos de trabajo bien remunerados y de calidad, bueno, capaz que lo pienso.

Cuando hablaba de discusión científica, me refería a una epistemología sumamente abierta, con una base comunicable y al mismo tiempo comparable, aunque sea débilmente.

Sí, pero ¿cómo hacemos con la medicina china, cómo los ponemos en diálogo?

Hasta que entren, por efectos de poder, en las facultades, que lo están haciendo. Tendrán que abandonar cada uno presupuestos de sus doctrinas. Se trata de conocimientos convergentes. Si igualamos ciencia a conocimiento más o menos fundamentado, creo debería iniciarse algún diálogo. Si no, todo quedará reducido a relaciones de poder y lo comunicacional que carezca de violencia y enfrentamiento de intereses no tendrá lugar.

Me pregunto si el tipo de Estado que tenemos da esa posibilidad de diálogo y encuentros. En realidad, me parece que los Estados funcionan más por doctrinas hegemónicas y la imposición del pensamiento único, no pudiendo lidiar con esas diferencias. Lo que está haciendo el gobierno con las papeleras es enterrar toda oposición, no deja espacio para diálogo.


vuelve al texto (*) Presidente de la Red Uruguaya de Organizaciones Ambientalistas, batalla involucrado con el desarrollo sustentable.


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