Carlos Vaz Ferreira
LOGICA VIVA

(ADAPTACIÓN PRACTICA Y DIDACTICA)



Extractos de la edición Homenaje de la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, Tomo IV, Montevideo, 1957, realizados por el editor de librevista. Salvo indicación expresa, los textos son del autor, mencionándose los capítulos y las páginas correspondientes a cada texto en la edición.
El texto completo está en http://www.vazferreira.org/textos/011%20CVF%20-%20L%C3%B3gica%20viva.pdf
Esta es una selección de textos limitada que el editor entiende podrían ayudar a seguir y dialogar con Vaz Ferreira y su lógica viva. En el prólogo de la primera edición de 1910, con modestia y delicadeza docente, el autor nos presenta sus intenciones: docencia para un mejor modo de pensar.
He aquí los capítulos o encabezamientos de donde provienen los textos seleccionados, con link al texto y retorno al Indice en el formato web:

INDICE DE CAPITULOS

 

PROLOGO DE LA PRIMERA EDICION (1910)

        Tengo en proyecto un libro que sería positivamente útil si pudiera escribirlo algún día, y si en la realización se aproximara siquiera al ideal que concibo. Sería un estudio de la manera como los hombres piensan, discuten, aciertan o se equivocan – sobre todo de las maneras como se equivocan; pero de hecho: un análisis de las confusiones más comunes, de los paralogismos más frecuentes en la práctica, tales como son, no tales como serían si los procesos psicológicos fueran superponibles a sus esquemas verbales…
         …No sé si las otras obras especulativas que he emprendido, y mi vida de acción, me dejarán alguna vez el tiempo y la serenidad necesarias para escribir tal libro, ni si soy realmente capaz de escribirlo. Tal vez el carácter no sistemático de él, su fin práctico de pura utilidad, me permitirán ir publicando, fragmentariamente y sin orden predeterminado, algunos de los apuntes que continuamente preparo, dándoles, al efecto, provisionalmente, un mínimum de forma. Pueden ser útiles; y pueden determinar a algún otro a escribir obras análogas a la que proyecto: yo lo desearía, e invito a ello, muy sinceramente, a los pensadores.
         Pero, por otra parte, he pensado también, que, para la enseñanza, sería bastante útil publicar aparte algunas de estas observaciones, eligiéndolas entre aquellas cuya aplicación práctica sea mayor, y que puedan ser expuestas en el plano didáctico. Para poder hacerlo (ya que en mis condiciones actuales no dispongo del tiempo necesario para escribir libros), di, en el curso de Lógica de 1909, en la “Sección de Enseñanza Secundaria” de la Universidad, varias lecciones, cuya versión taquigráfica forma el presente libro.                                                                                                                                                Carlos Vaz Ferreira
(pp. 15-18)

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ERRORES DE FALSA OPOSICION

Una de las mayores adquisiciones del pensamiento se realizaría cuando los hombres comprendieran – no sólo comprendieran, sino sintieran – que una gran parte de las teorías, opiniones, observaciones, etc., que se  tratan como opuestos, no lo son. Es una de las falacias más comunes, y por la cual se gasta en pura pérdida la mayor parte del trabajo pensante de la humanidad, la que consiste en tomar por contradictorio lo que no es contradictorio; en crear falsos dilemas, falsas oposiciones. Dentro de esa falacia, la muy común que consiste en tomar lo complementario por contradictorio, no es más que un caso particular de ella, pero un caso prácticamente muy importante.
(p. 21)

Cita VF a un informe educativo: “la enseñanza de la física ha de ser de carácter experimental, sólo así podría ser educativa y provechosa. Dar lecciones de física expositivamente, me parece un contrasentido.”
Comenta: ..esto no es completamente justo. Si se dijera que la enseñanza experimental es superior a la enseñanza expositiva, todo estaría muy bien; pero esta verdad ha sido exagerada, sin duda, y falseada por el paralogismo de falsa oposición. De la bondad del procedimiento experimental, se ha sacado en consecuencia la nulidad absoluta, la ineficacia completa, el “contrasentido” del procedimiento expositivo. Hay aquí exageración, que resulta siempre del mismo proceso lógico.
(p. 27)

Una última observación sobre este paralogismo. El es una de las causas, tal vez la más importante, de las que hacen la historia del progreso intelectual de la humanidad, una especie de ritmo de exageraciones.
Difícilmente una idea ha llegado a imponerse sin haber pasado antes por este período de la exageración…. A tal punto pensar por esta falsa oposición de exageraciones se ha hecho un hábito mental de los hombres, hasta tal punto se trata de algo que parece condicionado por alguna anomalía mental, que si por excepción algún observador o pensador presenta desde el principio una observación, una explicación o una teoría en su grado justo, sucede una de estas tres cosas:
…no llama la atención
se prescinde de estas reservas y atenuaciones y se procede como si la doctrina se hubiera presentado exagerada..
el público, desconcertado por las reservas, por las atenuaciones que indican el esfuerzo del pensador para presentar su doctrina justa y exacta, pretende forzarlo a dar una fórmula simplista y exagerada: Pero… ¿qué es lo que opina Usted? ..¡Decídase, resuelva!..
(pp. 55-57)

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ALGUNOS EJEMPLOS COMPLEMENTARIOS DE FALSA OPOSICIÓN

De un artículo sobre estadística de delincuencia infantil:
“No es la miseria, no es la pobreza del pueblo, lo que hace aumentar la delincuencia infantil. La responsabilidad del vergonzoso avance, sólo alcanza al sistema de enjuiciamiento empleado con los niños”.

De Tolstoy:
“La razón no me ha enseñado nada; todo lo que sé me ha sido dado, revelado, por el corazón”
(p. 63)

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CUESTIONES DE PALABRAS Y CUESTIONES DE HECHOS

VF recurre a un ejemplo que da William James:
Una ardilla gira alrededor del tronco de un árbol, y una persona gira también alrededor del tronco con la misma velocidad angular que la ardilla y manteniéndose siempre del lado opuesto a ella. La cuestión era esta: si la persona que da vueltas en esas condiciones, rodea o no a la ardilla.
Ahora bien; para analizar estas cuestiones y saber si son de hecho o de de palabras, nosotros debemos hacer lo siguiente: preguntarnos si los que discuten admiten o no los mismos hechos.
…la manera como da vuelta la ardilla, la manera como gira el hombre, el sentido del movimiento, la velocidad angular, etc.; los dos admiten exactamente los mismos hechos; discuten sobre si a eso se le debe, o no, llamar “rodear”; y la solución de la cuestión depende, como bien lo explica James para este ejemplo, del sentido que se dé a la palabra rodear. Si rodear, por ejemplo, quiere decir estar primero al Norte de la ardilla, después al Este de la ardilla, después al Sur de la ardilla, después al Oeste de la ardilla, entonces el hombre rodea a la ardilla; si rodear quiere decir estar al frente de la ardilla, después a su costado derecho, después detrás de ella y después a su izquierda, entonces el hombre no la rodea. Pero los hechos son los mismos, se discute sobre si la palabra rodear es o no aplicable en este caso, en virtud del significado que pueda tener: cuestión de palabras. Nota al pie de VF: James, después, interpreta o aplica muy mal éste y otros ejemplos, Ver mi estudio sobre el Pragmatismo
(pp. 69-70)

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CUESTIONES EXPLICATIVAS Y CUESTIONES NORMATIVAS

Los problemas que los hombres discuten, podrían, más o menos esquemáticamente, dividirse en dos clases: a veces se discute cómo son las cosas o sobre cómo pasan los fenómenos; otras veces se discute cómo se debe o conviene obrar.
 Podríamos llamar a los primeros, problemas de ser, o problemas de existencia, o problemas de constatación, o problemas de explicación; a los segundos podríamos llamarlos problemas de hacer, o de acción, o problemas de conveniencia (a los cuales podrían agregarse los problemas de ideal, relativos, no ya a cómo deben hacerse las cosas, sino a cómo sería deseable que fueran); o bien, todavía, problemas normativos, etc .
Lo que interesa es dar una idea de las dos clases de cuestiones.
Ahora bien: el paralogismo que vamos a estudiar, resulta de la tendencia de los hombres a asimilar unos problemas a otros; a buscar “la solución” de los problemas normativos, en el mismo estado de espíritu y con el mismo designio con que se busca la de los problemas explicativos o de constatación; a creer que es forzoso que tengan soluciones perfectas; a suponer que habría que encontrarlas.
(pp. 82-86)
Pero no sólo, en el texto me limité a explicar este paralogismo, sino que no lo expliqué muy bien, porque sugiero allí que el paralogismo consiste en considerar las cuestiones normativas como si fueran explicativas. Esto es vago, no bien preciso ni bien cierto. No: El paralogismo es, en sí mismo, tratar las cuestiones normativas como si debieran forzosamente tener alguna solución sin inconvenientes, y pensar en consecuencia: aunque la causa de eso, es cierto, venga en parte del hábito o actitud habitual con que se tratan las cuestiones explicativas, en que, si no prácticamente, por lo menos teóricamente, hay una sola solución; y como la palabra “solución”, en las explicativas, quiere decir averiguar, comprender, explicar cómo es algo, esa solución es  teóricamente una y perfecta, en tanto que en las normativas, la palabra “solución” quiere decir otra cosa; significa o comporta elección; y sólo es dado elegir, en la mayor parte de los casos de la práctica, lo menos imperfecto…
(p. 97)

El problema social, en toda su vastedad, es un problema normativo: inmenso ejemplo para nuestra lógica viva. Primer momento: la determinación de todas las soluciones posibles, que aquí son prácticamente infinitas, pues si bien en esquema algunas palabras, como “individualismo”, “anarquismo”, “socialismo”, y otras pocas, podrían representar las tendencias generales, en cambio, las soluciones especiales y concretas, que representarán complejísimas organizaciones, no podrían casi ni enumerarse. En este primer momento, pues, la dificultad es inmensa, porque habría que tratar de prever todas las organizaciones sociales posibles; no sólo aquellas que se expresan por una tendencia o una palabra, sino, después, todas las soluciones combinadas. El segundo momento ofrece no menos dificultades, por las inmensas que  tiene siempre la previsión en materia social. Con todo, ciertas determinaciones pueden hacerse de una manera general, en el sentido de las ventajas e inconvenientes de cada solución. Por ejemplo, y en esquema, pues no podemos hablar de otra manera, las soluciones de tendencia “individualista” ofrecen como ventaja favorecer la libertad y como desventaja comprometer o disminuir la igualdad; y las soluciones de tendencia “socialista”, ofrecen, siempre en grueso, como ventaja, la de disminuir la desigualdad; pero comprometen, al contrario, la libertad. Hasta aquí, y más adelante, hasta algunos detalles, puede irse; pero nunca a la previsión total. Ahora, el tercer momento, es elegir; y en este caso más que en casi todos, depende la elección, en parte, de factores subjetivos, de preferencias personales; será en parte cuestión de temperamento, aún entre personas que estén de acuerdo sobre las ventajas e inconvenientes de cada una de las dos tendencias. Mi temperamento, por ejemplo, me llevaría a preferir las soluciones de libertad, sin perjuicio de tender a igualar el punto de partida y atender a los que cayeran demasiado. Distinto temperamento, llevará a otras personas a preferir las soluciones de igualdad.
(pp. 105-106)

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LA FALSA PRECISION

“Hay ocho clases de objetos conocibles, hay ocho métodos: son de tal modo” aprendemos esto, lo repetimos, ¡ y se acabó la ciencia!
(p. 114)

Y citaré este sólo (ejemplo): casi toda la enseñanza primaria y secundaria, puede decirse, está (y ello hasta cierto grado inevitable) afectada de falsa precisión. Casi todo lo que aprendemos en la escuela y el liceo, está simplificado, simetrizado. No es la realidad misma, lo que aprendemos, son esquemas simplificados.
La primera impresión que se experimenta cuando se sale de esta enseñanza, cuando se sale de los textos de clase, es de confusión: cuando después de haber estudiado, por ejemplo, una teoría filosófica en un texto, se va a leer esa misma teoría filosófica expuesta en la obra original, encontramos, casi siempre que es otra cosa; y lo mismo, en mayor o menor grado, ocurre con las teorías de la física, de la literatura o de lo que sea. Hasta cierto grado, les digo, este mal es absolutamente inevitable; está en la naturaleza misma de las cosas: no se puede enseñar, en cierto grado de la enseñanza, por lo menos, sino simplificando artificialmente. Pero  es muy interesante la siguiente aplicación de nuestro conocimiento de este sofisma: creo evidente que, a la parte inevitable, se superpone otra que sería evitable.
(p. 120)

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FALACIAS VERBO-IDEOLÓGICAS (ALGUNAS)

Con este nombre, intencionalmente bastante vago, vamos a estudiar algunas de las falacias  que tienen que ver con la relación entre las palabras y las ideas y juicios; entre el lenguaje y el pensamiento.
Conviene que empecemos por referirnos a un debate filosófico cuyo recuerdo nos preparará mejor para nuestro estudio: la polémica de Stuart Mill contra W. Hamilton, que el primero extracta en su Lógica.
Existe en la lógica tradicional un principio llamado principio del tercero excluído, según el cual, de dos proposiciones contradictorias, una tiene por fuerza que ser verdadera y falsa la otra. Expuesto en otra forma, que significa lo mismo, dice este principio que una proposición tiene que ser verdadera o falsa, sin término medio posible.
De aquí sacaba Hamilton ciertas consecuencias: La Filosofía – decía - podrá tal vez, estar condenada a no revelarnos jamás la verdad  sobre ciertas cuestiones fundamentales; es posible que nunca sepamos, por ejemplo, si la materia es o no divisible hasta el infinito; pero, por lo menos, este principio del  tercero excluído nos enseña algo sobre la naturaleza de la materia, y es que, o es divisible hasta el infinito, o no lo es: planteamos un dilema a la materia: no sabemos cuál de las dos alternativas elegirá; pero está obligada a elegir una.
Y Stuart Mill respondía: No es cierto, ni siquiera eso podemos saber sobre las realidades últimas, porque entre la verdad y falsedad de una proposición, hay una alternativa, hay un término medio o hay un tercero que no queda excluído, y es la falta de sentido; no es forzoso que una proposición sea o verdadera o falsa: la proposición puede, todavía, carecer de sentido; su atributo puede no ser aplicable al sujeto de una manera inteligible. “La materia es, o no, divisible hasta el infinito”: tal vez esta proposición no tenga sentido; tal vez la materia (si existe, pues podría también no existir), tenga una naturaleza tal que el atributo divisible o indivisible no pueda aplicársele en sentido inteligible… La frase (seguía Stuart Mill): Abracadabra es una segunda intención, no es ni verdadera ni falsa: carece de sentido, simplemente. Y lo mismo podría ocurrir con las frases que a nosotros se nos ocurra formular con respecto a las últimas realidades metafísicas.
Aquella discusión se limitaba a la filosofía propiamente dicha, y en casos especiales y bien caracterizados; pero si se observa la manera de pensar, de expresarse y de discutir de los hombres, se ve que aquella cuestión tenía un alcance bastante más grande, y, sobre todo, un alcance práctico que en aquella época tal vez fue insospechado.
(pp. 127-129)
Ahora, saliendo de estos ejemplos pequeños, ¿quieren ustedes uno grande: el más grande de todos?
Casi toda la metafísica, casi toda la filosofía tradicional, es, tal vez, un vasto ejemplo, una inmensa ilustración del paralogismo que estamos estudiando.
La gran mayoría de las demostraciones clásicas de las tesis metafísicas, son un caso de esta falacia, pues consisten en admitir una tesis y darla por probada con la demostración de que la tesis contraria nos lleva a absurdos, a contradicciones, a inconsecuencias o a imposibilidades, sin tener en cuenta que posiblemente las dos tesis están en ese mismo caso.
(p. 133)

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PENSAR POR SISTEMAS, Y PENSAR POR IDEAS PARA TENER EN CUENTA

         Hay dos modos de hacer uso de una observación exacta o de una reflexión justa: el primero, es sacar de ella, consciente o inconscientemente, un sistema destinado a aplicarse en todos los casos; el segundo, reservarla, anotarla, consciente o inconscientemente también, como algo que hay que tener en cuenta cuando se reflexione en cada caso sobre los problemas reales y concretos.
(p. 140)
         …la Humanidad echa a perder la mayor parte de sus observaciones exactas y de sus razonamientos, por sistematizaciones ilegítimas.
(p. 143)
Imagínense Ustedes que un Kant no nos hubiera dado solamente su sistematización; imagínense que pudiéramos hoy saber, no sólo de las divisiones que hizo Kant, cómo separó su espíritu en compartimientos, cómo puso tabiques y cómo dijo que A era esto, que B era lo otro y que C se dividía en primero, segundo y tercero, sino que hubiéramos sabido lo que Kant dudaba, y lo que Kant ignoraba; y sobre todo cómo ignoraba: cuán provechoso nos sería esto, para fermento pensante. Las teorías de Kant han hecho su bien; han hecho también su mal; y ha llegado un momento en que han dejado tal vez de ser útiles para la humanidad; pero aquel fermento pensante hubiera sido de utilidad eterna. Si pudiéramos ver la franja psicológica, la penumbra, el halo, lo que hay alrededor de lo absolutamente claro; si pudiéramos saber hoy, por ejemplo, cómo piensa un Bergson, qué dudas tiene, en qué contradicciones se ve a veces envuelto (de las que se salva con tal o cual artificio de lógica…) Ése era el “libro futuro”; y eso ha de comprender la filosofía futura…
(pp. 156-157)
…¿Qué hay que hacer, pues? Sin duda, tener en cuenta los ideales, y tener en cuenta también las circunstancias prácticas; y equilibrarlos. Pero ¿en qué grado? ¿De acuerdo con qué fórmula? Nadie la puede dar: eso se piensa y se siente en cada caso.
         Ahora: ¿qué se deduce de aquí?
         S podría deducir una especie de apología del buen sentido; pero no del buen sentido vulgar, o, mejor dicho, del buen sentido entendido vulgarmente, sino de otro buen sentido más elevado: del que yo llamaría buen sentido, no infra-lógico, sino hiper-lógico. El sentido común malo, ese que con tanta razón ha sido objeto del estigma de la filosofía y de la ciencia, el que ha negado todas las verdades y todos los descubrimientos y todos los ideales del espíritu humano, es el sentido común inconciliable con la lógica: el que no admite el buen razonamiento. Pero hay otro buen sentido que viene después del razonamiento, o, mejor, junto con él. Cuando hemos visto y pesado por el raciocinio las razones en pro y las razones en contra que hay en casi todos los casos; cuando hemos hecho toda la lógica (la buena lógica) posible, cuando las cuestiones se vuelven de grados, llega un momento en que una especie de instinto – lo que yo llamo el buen sentido hiper-lógico – es el que nos resuelve las cuestiones en los casos concretos. Y sería bueno que la lógica no privara a los hombres de esta forma superior de buen sentido.

         El día que se pensara más así, muchas disciplinas del espíritu humano tomarían un aspecto diferente. Una sería la Metafísica, como dijimos. Otra, sería la Moral.
         La Moral ha sido hecha hasta ahora por sistemas cerrados, cada uno de los cuales se ha condenado a no tener en cuenta más que uno solo de los factores posibles de conducta.
[como simpatía, placer personal, utilidad colectiva, progreso, la expansión de la vida (resumen del editor)] Entre tanto, todos esos factores, y otros muchos más, tienen valor; y si pensamos, no por sistemas, sino por ideas a  tener en cuenta - ¡vean ahora cómo se nos agrandó nuestro asunto! – entenderemos que el hombre sobre la tierra tiene que tener en cuenta el progreso, la expansión de la vida, el placer personal, la utilidad colectiva, etc., y todavía todas las hipótesis, posibilidades o esperanzas que se relacionen con lo desconocido. Ahora, ¿cómo se combina esto en la moral viva? Nadie es capaz de presentárnoslo formulado con números o con letras; pero, quien sepa pensar así, aunque sin fórmulas, será quien tenga más probabilidad de que la moral le ahonde en el alma.
(pp. 161-162)
Si es difícil de aplicar, es, sobre todo, porque cuesta al espíritu humano libertarse de la impresión de abandono en que le parece encontrarse una vez que lo dejan libre.
(p. 164)

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APENDICE: AMPLIACION Y CORRECCION AL CAPITULO “PENSAR POR SISTEMAS Y PENSAR POR IDEAS A TENER EN CUENTA”

         Creo que el texto hace efecto de que yo creyera y enseñara que pensar por sistemas es siempre malo. Debió explicarse bien en él que pensar por sistemas es malo en los casos en que no se debe pensar así. (Ese capítulo era el estudio de otro paralogismo más: “El paralogismo de falsa sistematización”; y éste debió ser el subtítulo).
(p. 165)

         Pero esta manera de pensar por sistemas, o sea por razonamientos hechos de antemano, se va haciendo cada vez más difícil y peligrosa a medida que se trata cosas más complejas; y en los órdenes de la moral, y de la psicología, y en la literatura, en la filosofía, en lo social, y en muy amplio grado en lo práctico, entonces … lo del texto; esto es: los peligros de pensar por sistemas, y la conveniencia de pensar por ideas para tener en cuenta y con ellas examinar cada cuestión y del modo más amplio.
(p.166)

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PSICOLOGÍA Y LOGICA DE LAS CLASIFICACIONES, Y FALACIAS VERBO-IDELOGICAS RELACIONADAS

De manera que las reglas de la lógica clásica son rigurosamente exactas; pero sólo bien aplicables para los casos en que los términos puedan usarse como los términos matemáticos; para los demás casos no son en rigor aplicables (aunque pueden serlo prácticamente como aproximaciones). Los hechos fundamentalmente olvidados por la lógica clásica eran dos: el carácter fluctuante, vago y apenumbrado de las connotaciones de los términos, y la no adecuación completa del lenguaje para expresar la realidad.
Hoy día se está produciendo una revolución, todavía parcialmente inconsciente, en la lógica, que la transformará, y que depende del descubrimiento de la verdadera función de los términos, del descubrimiento de las verdaderas relaciones ideo-verbales: qué es el lenguaje, para qué sirve, qué es lo que podemos expresar y qué es lo que no podemos expresar. A ese respecto, y si desearan profundizar el punto, podría remitirlos a un estudio mío, que no puedo resumir aquí, titulado: “Un paralogismo de actualidad”.
(p. 218)

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VALOR Y USO DEL RAZONAMIENTO

         Oímos discutir a los vegetarianos contra los partidarios de la alimentación carnívora. El vegetariano nos dice: “La alimentación carnívora engendra ptomanías y otros productos perjudiciales para el organismo; la carne está hecha de veneno que el cuerpo necesita destruir; por consiguiente, el ingerir el alimento carnívoro nos envenena.” Es una cuestión de grados. Efectivamente: hasta cierto punto, el organismo destruye la ptomanías, etc., y más allá de ese grado, no las destruye, o no las destruye bien. ¿Cuál es ese punto?
Determinarlo, ya no es misión del raciocinio puro; es misión de la experiencia; y, si no hubiera experiencia, sería misión de ese instinto experimental que unos tienen en mayor y otros en menor grado. Por su lado, también, partidarios de la alimentación carnívora dirán: “La alimentación vegetariana deja muchos residuos; carga los intestinos en exceso de sustancias no asimilables” ¿Cómo “en exceso”? ¿Dónde empieza el exceso?  Efectivamente, el intestino puede contener sustancias alimenticias no asimilables, sin que esto sea malo; en cierto grado, hasta será bueno para facilitar las funciones intestinales. ¿Cuál es el punto preciso, el quantum, el grado en que deja de ser bueno el recargo intestinal, en que se hace indiferente; y, después, el punto en que se vuelve malo? Cuestión de grados, también; la experiencia debe resolverlo; y, si no, el instinto empírico.
         Ahora bien, aplíquense ustedes, en el estudio de las diversas ciencias, o simplemente en las discusiones vulgares y corrientes, a buscar estas cuestiones de grados (las encontrarán a cada momento), y, en ellas, aprendan a guardarse de los dos peligros: del empleo exclusivo del raciocinio, y de la proscripción del raciocinio o de su empleo insuficiente.
(pp. 227-228)

         Por aquí anda (vago, naturalmente, como en los casos de la realidad) el sofisma ideo-verbal y de grado sobre el cual les llamo la atención: consiste en admitir que se es o no se es democrático. Cual si fuera en Matemáticas, se tomaba un término, “democrático”, como si no pudiera haber grados en su aplicación: “La Universidad ¿es democrática o no lo es?”. En realidad, entre ser (completamente) democrática, y no serlo en absoluto, hay todos los grados posibles.
(pp. 230-231)

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OTROS APENDICES
SOBRE “JUSTO MEDIO”, “ECLECTICISMO”, ETC.
(MUY IMPORTANTE)

         De la reacción contra la unilateralidad, contra el simplismo en el pensamiento, etc., debe salir un modo mejor de pensar, más comprensivo, completo y amplio, que he procurado caracterice la tendencia de este libro.
         Ahora, cuestión: Qué relación tendrá esa manera de pensar que juzgamos mejor, más amplia, completa y comprensiva, con dos cosas; primero: con la tendencia a buscar, como suele decirse, el “justo medio” entre las opiniones; segundo, con la tendencia o escuela denominada “eclecticismo”, que consiste, como es sabido, en tomar de las escuelas hechas o de las opiniones sostenidas por distintos autores, “lo mejor”, y procurar combinarlo.
(p. 243)

         Entretanto, esas dos tendencias, tanto la que consiste en buscar el justo medio entre opiniones, como el eclecticismo, son malas, son, en general, pésimas. Conviene, entonces, entendernos, y hacer la distinción.
         Una y otra, pues, tienen un mal común, esencial; y es el determinarse por posiciones hechas o sea buscar la verdad indirectamente.
         La verdad debe buscarse directamente. Sin perjuicio de auxiliarse, en la busca o en la exposición, por opiniones, teorías o escuelas. Y sin perjuicio, todavía, de que éstas hayan facilitado nuestra investigación.
         Pero además, todavía tienen otro mal: y es que esas actitudes, si realmente se las mantiene, nos condenan a quedar dentro de lo ya pensado; a no encontrar nada nuevo; y aún en el grado, a no superar a los que han pensado antes que nosotros.
         Pero, entonces, ¿por qué parece que los modos de pensar amplios y comprensivos que preconizamos y procuramos enseñar, se confunden con la tendencia a buscar el justo medio, y con el eclecticismo?
         Por una razón de hecho (de esto, conviene mucho darse cuenta); porque, buscando la verdad, buscándola directamente, ocurre, resulta bastante frecuentemente, que estaba entre opiniones extremas ya admitidas. Pero, desde luego, no siempre. Imponerse de antemano el quedar entre opiniones extremas, sería, en general, una regla errónea. Como lo sería la regla opuesta que Maeterlinck quiere enseñar en cierto hermosísimo artículo, esto es: irnos siempre al extremo, si es posible no pensado, de todas las teorías con que simpaticemos. Habrá casos en que la verdad tendrá el primer carácter: quedará en la primera posición; habrá casos en que quedará en la segunda. Y en otros será completamente nueva… Ahora, eso sí: muy frecuentemente, ocurre, resulta de hecho, que la verdad queda entre posiciones extremas ya sostenidas. También muy frecuentemente ocurre que pensadores anteriores al que investiga, han visto distintos aspectos de la verdad, y, así, cuando ésta es buscada y descubierta directamente, ocurre, resulta, muchas veces que sus aspectos parciales estaban vistos…
(pp. 243-244)

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“BUENO EN TEORÍA Y MALO EN PRACTICA”

         Literalmente, es indudable que algo no puede ser bueno en teoría y malo en la práctica; y si llega a demostrarse que es malo en  práctica, esto prueba efectivamente que la teoría estaba mal hecha.

…en muchos casos, los que dicen que algo es bueno en teoría y malo en la práctica, en realidad quieren decir otra cosa; no quieren decir “en teoría”, sino “en condiciones ideales”, o algo análogo; quieren decir que algo sería bueno si los hombres o las cosas fueran perfectos o de otro modo que como son; pero que siendo como son, aquello es malo.
(p. 246)

 

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