Tecnócratas y profanos

la civilización en la encrucijada


x Fernando Flores Morador(*)

La crisis del materialismo histórico

El lugar de la teoría social es el de proveer al militante de un marco para la acción política. Durante decenios, esta teoría social fue provista por las ideas de Carlos Marx, referencia teórica natural de los militantes de “izquierdas” de todo el mundo.  Pero a partir de 1989 se instaló la convicción creciente de que el modelo marxista se había obsoletizado. La atracción del marxismo radicaba en la riqueza y profundidad de sus interpretaciones de la historia, ideas que permitían comprender fenómenos que aparentemente estaban desconectados entre sí: política, economía, ideología, etc. Permítasenos aquí comentaralguno de las razones de la crisis del marxismo. En su metáfora del “edificio social”, Marx nos habla de una infraestructura económica que actúa como base social y de una superestructura jurídico-política. Como consecuencia de ello su concepción de la sociedad, no tiene lugar ni para el conocimiento ni para el lenguaje. Esto ya hubo de ser apuntado por Stalin (lenguaje) y por Althusser (ciencia, experiencia y conocimiento). La carencia es significativa; por ejemplo, Marx define al capitalista como aquél que es dueño de los medios de producción, aquel que emplea mano de obra asalariada. Pero nada dice que para ello el capitalista debe saber “hacer” capitalismo, debe tener el oficio de capitalista. El capitalista, como el carpintero, es un técnico, pertenece a un grupo social que durante siglos desarrolló un conjunto de tecnologías tan viejas como la humanidad. “Capitalistas” en el sentido técnico, hubo desde que hubo usura. Aristóteles distinguía ya entonces, entre dos formas fundamentales de la administración de valores, una la “económica” se refería a la administración del hogar, la otra la “crematística”, se refería a las formas de ganar dinero. Todos los oficios del poder, se ejercen sobre la base del “saber hacer”, lo que supone el dominio del lenguaje específico del oficio. Por supuesto que estas capacidades técnicas se heredan, se transmiten de padres a hijos a través de las generaciones y tienen por tanto una raíz étnica. A Marx se le escapó que más que en la arena política, la lucha de clases se regula a través de los matrimonios. Es así que dentro de las aristocracias se crían los bastardos plebeyos con poder; ya como generales, ya como políticos, ya como sacerdotes; del Antiguo Imperio Romano, al feudalismo germánico y de éste al capitalismo inglés. Todos ellos están relacionados por lazos de sangre, pertenecen a la misma gran casta de los que controlan el saber. Por otro lado tenemos a los que carecen de todo saber, a quienes solo es posible distinguir como “masa social”. Este gran grupo se origina en la división de las sociedades arcaicas en etnias endógenas  que esclavizaban al extranjero para hacerles cumplir las tareas menos calificadas. Al esclavo se le dificultaba -sino se le impedía completamente- el cultivo de los propios valores culturales, condenándole a la realización de tareas embrutecedoras. Es así que el esclavo devino siervo y éste en su momento devino obrero para ser hoy el profano en la sociedad del conocimiento; por supuesto, éstos a su vez están también relacionados entre sí por lazos de sangre (La historia de la literatura registra como excepciones paradigmáticas el amor entre nobles y plebeyos, pobres y ricos) La lucha del esclavo fue por conquistar un lugar en la cultura, un espacio en la sociedad de los hombres, reduciendo en esta lucha las distancias culturales conel saber de los poderosos. En resumen, se podría decir que en tanto que saber es poder, la lucha de clases ha consistido sobre todo en una lucha por el saber. En esta lucha, tanto el esclavo como el amo han cambiado, han asimilado experiencias incorporadas a la base inconsciente de la sociedad, al acervo de sentimientos  y emociones que constituyen la modernidad y que son la expresión de la irreversibilidad de la experiencia. Esta modernización, asegura el desarrollo paralelo de lo que podríamos llamar la “sociedad civil”, es decir el conjunto creciente de instituciones y leyes que refuerzan la unidad entre los hombres debilitando para ello la unidad de las etnias y los grupos en general. Esa sociedad civil está al margen del edificio social de Marx. Pitágoras por ejemplo, fue la consecuencia de una sociedad que ya no existe, a pesar de ello, sus matemáticas siguen vigentes; pertenecen al acervo de la humanidad toda. La sociedad civil es el reservorio del saber humano, el inconsciente colectivo y como tal es una realidad paralela a la lucha de clases.

El surgimiento de la tecnocracia

Entonces, la lucha por el saber, o sea por ocupar un lugar en la cultura, no es otra cosa que lo que Marx llamó “lucha de clases”. Su propuesta fue la de la revolución, la expropiación por la fuerza del saber social en manos de los poderosos. Lo que Marx no consideró  fue descubierto tardíamente por Lenin, a saber que no es posible romper con las castas de sabios mediante el recurso de medidas puramente políticas. No alcanza con “crear consciencia”. Es necesario sobre todo “crear inconsciencia”, es decir, modificar a largo plazo las herencias arcaicas del saber social reforzando la sociedad civil. Pero este error ha demorado en hacerse obvio. Sobre sus bases precarias el marxismo triunfó en innumerables batallas políticas hasta que en 1989 sucedió lo inevitable: implosionó: se desplomó como un castillo de naipes. Desde un principio, la revolución rusa había relegado la sociedad civil; el poder fue usurpado por los nuevos sabios: “el partido de las vanguardias”. La tecnocracia del partido, en su mayoría individuos provenientes de las clases medias educadas, se pusieron a hacer los que siempre supieron hacer, ejercer el poder. Esta vez el discurso fue otro, aunque el resultado fue el mismo. La historia es conocida, la dictadura del proletariado, exigió enormes sacrificios a las grandes mayorías y la recompensa a cada triunfo fue la exigencia de más sacrificio. Se hizo obvio que  los estados comunistas perdían muy rápidamente el apoyo de su población. Las carencias evidenciadas en la historia de la URSS autorizarían la teoría argumentada por muchos marxistas de que en la URSS el poder había caído en manos de una nueva clase dominante, la de los tecnócratas o burócratas. El sorprendente colapso de la URSS nos autoriza a un examen más cercano de esta hipótesis. ¿Nueva clase dominante? Para empezar deberíamos ver síntomas del surgimiento de un nuevo modo de producción. Este podría ser el enmarcado en la revolución “científico-técnica”,  estudiada en detalle por John D. Bernal (1901-1971) y Radovan Richta (1924-1983). Este último, en su obra La Civilización en la Encrucijada (1972) vio en la incorporación de la automación a los procesos productivos la sustitución de los trabajadores industriales por una nueva clase de expertos económicos, ingenieros y científicos. Para Richta y los ideólogos de la abortada revolución checa, la sociedad entraba en una nueva época que ellos asociaban al socialismo. Lamentablemente, sus teorías fueron aplastadas por los tanques rusos en 1968 y lo que prometió ser un desarrollo interesante quedó en la nada. Creemos que Richta y sus colegas comprendieron que un nuevo modo de producción había nacido, uno que se definiría por la entronización de los procesos automáticos en la sociedad, procesos que se han acelerado gracias a la digitalización de la sociedad. El nuevo modo de producción habría nacido con la revolución técnica generada de la mano de la inteligencia artificial, de la cibernética y del desarrollo de los ordenadores. Todo esto sucedió a partir de la Segunda Guerra Mundial, provocando más tarde la digitalización de la vida social en su totalidad. Llamemos a esto Modo Tecnócrata de Producción Automatizada. De acuerdo a las reflexiones de Richta, el nuevo modo de producción tenía su base fundamental en los EEUU y en los países capitalistas de Europa occidental, además de mostrarse con fuerza en la URSS. Estaríamos entonces frente a un nuevo modo de explotación, la del poder “tecnocrático”. De ser así, y siempre dentro del marco formal del materialismo histórico, necesitaríamos además descubrir una clase explotadora, una clase de explotados y un marco para la explotación. Deberíamos de ser capaces de descubrir los nuevos caminos de la generación de la plusvalía.

El trabajo voluntario

En la revolución socialista de la URSS, la estructura económica estuvo basada en el trueque de servicios, es decir, el intercambio de valores se basó en la relativa utilidad inmediata de un ítem. El consumidor de la URSS recibía una lista de ítems disponibles y ajustaba su consumo de acuerdo a esa disponibilidad. La URSS iniciaba así un proceso de destronización del consumidor en beneficio del plan tecnocrático. A este mecanismo se llamó “economía planificada”. El consumidor socialista se adaptaba a lo que había, justificando las decisiones que la tecnocracia había tomado. Visto en perspectiva, observamos que este proceso trascendió las fronteras del mundo socialista desarrollándose con más efectividad en el mundo capitalista. En la esfera capitalista, la destronización del consumidor viene acompañada de la explotación del mismo como “trabajador”. En la sociedad capitalista contemporánea, la explotación del trabajo asume formas muy sutiles. Se organiza de modo que una parte creciente del trabajo se carga al consumidor. Una parte creciente del trabajo en la sociedad automatizada asume la forma de trabajo voluntario del consumidor, se asienta en la consigna “hazlo por ti mismo”. En la sociedad contemporánea, un número creciente de empresas obliga al consumidor a realizar una parte creciente del trabajo. El argumento manejado es revelador: los cambios se hacen para beneficiar al consumidor, “abaratando los costos se abaratan también los precios”. Que los costos se reducen no cabe duda, en tanto el capitalista no debe asumir los costos de una parte importante de la mano de obra. ¿Pero no aumentan también las ganancias de la empresa? Observamos que para llevar a cabo la transferencia del eje del trabajo desde el productor al consumidor, la empresa capitalista debe automatizar una buena parte de su administración y producción. En otras palabras, debe someterse a una reestructuración tecnocrática. Indirectamente, la plusvalía generada por el trabajo gratis del consumidor, financia el desarrollo de la clase de los tecnócratas. Pero esta nueva casta del poder, colabora con el capitalista: observamos, una vez más, la colaboración de las clases dominantes en un momento de transición social. Decimos que la empresa contemporánea es capitalista en la medida en que en basa su acción en la apropiación de la plusvalía directa del trabajo de un asalariado. Por otra parte, decimos que una empresa es tecnocrática si se apropia de la plusvalía a través del trabajo directo del consumidor. Empresas “mixtas” serán aquellas que combinen el trabajo remunerado con el trabajo voluntario. Un ejemplo de empresa tecnocrática sería Microsoft; un ejemplo de empresa mixta sería IKEA. A diferencia de lo sucedido en la URSS, en los países capitalistas el consumidor se provee de los ítems que necesita en el mercado abierto y no a través de una lista. La existencia de este mercado disimula el poder y presencia de la tecnocracia. De esta forma el “consumismo” se justifica como una nueva forma de la explotación del trabajo.

Relación entre tecnócratas y capitalistas

A cada paso en el proceso de automatización de la sociedad, más poder se transfiere a la esfera tecnocrática. La tecnocracia trabaja desde dentro del capitalismo, le coloniza, erosionando su poder desde dentro. Como en ejemplos anteriores de transición social, la tecnocracia se genera a la sombra de la clase dominante, es decir a la sombra de los capitalistas. Del mismo modo que los tecnócratas arraigados en el partido comunista de la URSS se apropiaron del poder de éste, el colonialismo tecnócrata en los países capitalistas sustituye el poder capitalista; pero en este caso lo hace gradualmente, aumentando su poder poco a poco desde dentro de la empresa capitalista. La tecnocracia no trabaja gratis; pero vive del trabajo gratis del resto de la sociedad, es decir del trabajo de los profanos (consumidores). Para Marx, la relación de explotación fue físicamente directa y unívoca: el esclavo trabaja para el amo; el obrero para el capitalista; el sometido trabaja para el que le somete. Pero el tecnócrata trabaja para aquel a quien somete. El trabajo del tecnócrata desmonta el poder del capitalista (del amo) en tanto le reduce gradualmente a profano, erigiéndose en su lugar como el nuevo amo. El capitalista explota al experto y el experto explota al capitalista hasta que a la larga, el experto triunfa. Porque el poder social nunca radicó ni en las armas, ni en el dinero, ni en ninguna otra forma materializada del poder sino en saber usar las armas y saber usar el dinero. Mientras que en  la sociedad capitalista el valor se mide en saber usar el dinero, en la sociedad tecnócrata el valor se mide en saber usar la información en general. En tanto en el modo tecnócrata de producción, el dinero se ha convertido en información, el saber del capitalista se ha obsoletizado. Tal y como sucedió en transiciones anteriores, el nuevo modelo social se basa en el preexistente para desmontarle poco a poco. A diferencia del capitalismo que buscaba apropiarse de la plusvalía del trabajador, la explotación tecnócrata busca hacerse con la plusvalía de toda la sociedad y no solamente las de los trabajadores directamente comprometidos. De allí que su estatus social no pueda reducirse al estatus del capitalista. En tanto clase colonizadora, el experto puede adaptarse a todos los grupos y puede vivir de la plusvalía generada por todos ellos en tanto consumidores. Para el marxista, la razón económica nace en torno a los procesos de explotación de la fuerza de trabajo, mientras que el resto de la sociedad va detrás, asumiendo un rol secundario y pasivo.  La explotación de la fuerza de trabajo en el modo de producción tecnócrata, por el contrario, tiene lugar en todos los niveles y grupos sociales simultáneamente. En tanto que consumidores, la explotación tiene lugar en la familia, el club deportivo, el sindicato, el partido político, en la iglesia, el hospital, etc. Todos los consumidores trabajan para el tecnócrata.

La resistencia a las nuevas formas de explotación

Ante el avance de la tecnocracia, los profanos se organizan para fortalecer la sociedad civil. Obsérvese que la respuesta profana asume la forma de oenegés. Apoyadas éstas en el crecimiento masivo de nuevas ideologías “posmodernas” tales como el feminismo, el ecologismo, el animalismo, el pacifismo, el humanismo, etc. Las oenegés capitalizan la desconfianza generalizada en los partidos políticos, en la administración del estado, en el mundo de las finanzas y en general en los miembros del establishment a quienes se identifica con la clase de los tecnócratas. De la misma manera que los líderes obreros provinieron en su momento de las clases medias  burguesas, los líderes profanos surgen entre los tecnócratas más conscientes. Ejemplo de figuras prominentes de la resistencia profana podrían ser Julián Assange, Chelsea Elizabeth Manning y Edward Snowden, comprometidos con la tarea de desmontar la sociedad tecnócrata por lo que han sufrido cárcel y persecución. El profano militante, nuevo héroe de la historia, organizado con el fin de fortalecer la sociedad civil, habrá de trabajar para desfetichizar la tecnología; habrá de denunciar los alcances inadmisibles de la automatización en tanto deshumanización. Ante el riesgo de la colonización tecnócrata, el profano trabajará para desmontar el poder del grupo de los sabios, porque es en la lógica de los grupos sabios en donde la tecnocracia ejerce su poder. En su lucha contra la tecnocracia, el profano se uniría al obrero en su lucha contra el capitalismo, advirtiendo a éste de los riesgos de la colonización tecnócrata de las organizaciones obreras y de los riesgos derivados de las alianzas entre capitalistas y tecnócratas.


Noviembre 2014

 

(*) Profesor Agregado, Historia de las Ideas y Ciencias, Informática Humanística-  Universidad de Lund, Suecia.
Investigaciones y publicaciones:  http://ssrn.com/author=1279158

 

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