"SI PUDIERA LO HARÍA DE NUEVO"

Entrevista a un fusilero  naval x Gastón Berrospe

El  entrevistado es un militar retirado, marinero de primera que cumplió sus funciones durante el período 1970-1990 en el Centro de Instrucción de la Marina, fue Fusilero Naval y participó directamente en la lucha antisubversiva durante los años de crisis política en nuestro país.

El relato deja ver que en un proceso tan complejo como fue la dictadura militar en el Uruguay, se construyó un guión valiéndose de actores secundarios que contribuyeron a consolidar lo inimaginable.

Los prejuicios me vuelven vulnerable, y aquí se torna difícil (casi imposible) ejercer la objetividad. Uno se prepara para lo que supone, para lo que cree que van a contestar o esgrimir, no para lo real. Es difícil ponerse en el lugar del otro, aunque sea por un segundo, para ver así los hechos desde esa otra justificación: salvar la vida, la de tu familia, tu honor o el de tu país. Es un discurso que se repite desde todas las veredas que defienden una causa, unas veces propia, otras incorporada.

La charla que sostuve con O. Sosa fue mostrando a un hombre que está convencido de lo que dice y lo que hizo. Sostuvo un discurso sólido, con palabras y conceptos propios de la vida y disciplina militar, delatando un compromiso con lo que creyó justo, por lo que muchas veces se jugó la vida, decidiendo  ingresar al ojo de la tormenta en esas épocas, quizás sin ver otra opción mejor, quizás por convicciones muy propias. Hoy echa mano a su memoria para brindar ese pedazo de historia que le tocó vivir. Diría que es un buen camino que empieza en el dolor, las frustraciones, lo irreparable y que no se sabe dónde termina.

- Vine del interior en agosto de 1970, e ingresé en la marina el 1º de setiembre del mismo año cuando el período revolucionario estaba bastante fuerte y el país ya estaba en crisis. Al tomar contacto con la institución, sin experiencia y recién llegado, me llamó un poco la atención, incluso la vida de la capital. Yo venía de Cerro Largo porque hubo un llamado a inscripción de la Armada y junto con catorce muchachos de allá vinimos a enrolarnos, sin conocer la vida militar pero a probar suerte.

- La verdad que no lo pasé mal, porque nunca me maltrataron y me adapté enseguida a la disciplina militar.

- En ese momento era muy dificil porque nosotros no teníamos entrenamiento y enseguida tuvimos que salir a la calle, nos daban el arma y había que salir. En un momento nos dieron el arma y nos dijeron: "Bueno, ahora les enseñamos a tirar, a armar y desarmar" y nada más, era lo básico. Después, con el correr de los años fuimos aprendiendo todo con respecto al armamento y entrenamiento. Pero agarré la onda enseguida y seguí.

- Ingresé a la Armada después de la famosa toma del centro  (de Instrucción de la Marina) por los tupamaros. El problema fue que antes no se tenía la seguridad que se debía. Antes era mínima, no se controlaba, entraban mujeres, entraban con bebidas, era una joda, iban a la casa y volvían a cualquier hora, eran pocas personas en el centro.

- Cuando ingresé y tuvimos que salir a combatir pensaba que los que estaban en la revolución eran personas que salían a la calle por la hambruna que se estaba pasando, pero el problema empezó cuando entraron a matar, a tirar. Ahí cambió la estrategia de ellos. Por eso las fuerzas armadas  tomaron cartas en el asunto, porque la policía se vió superada. Y también hubo problemas con el Ministerio del Interior, porque no querían que saliéramos a la calle. Al principio costó que lo aceptaran, pero después se trabajó en conjunto. La Armada estaba más preparada tanto para la guerrilla como para los disturbios civíles.

- Era dificil porque había que enfrentarse a fuerzas desconocidas, porque estaban en la impunidad y no sabías a quién buscar, salvo por datos o por convicción propia de que aquella persona podía ser o no. Salíamos a patrullar a la calle y nos daban una carpeta diciendo que hay que buscar a fulano o mengano sin conocer quién era, muchas veces por intuición propia decía: “¿ Qué te parece aquella persona? Bueno, vamo’ a darle ". Entonces se detenía, se pedía documentación, se revisaba y si no era nada se dejaba pasar. Como eso muchas veces arrestamos a muchos correos, es decir gente que trasladaba documentos o información para los tupamaros, gente que no se conocía entre si, a veces se acertaba y otras no. Cuando agarrabas a un sospechoso se llamaba a la patrulla, se llevaba para la unidad y ahí empezaba la investigación.

- Cuando se realizaban operativos, muchas veces no sabías para dónde ibas, te embarcaban en el camión armado y no sabías cuál era el destino. Salvo cuando habían operativos más complejos se pasaba a un salón de clases donde se explicaba la táctica a seguir. Por ejemplo, si íbamos a un edificio se empezaba desde la azotea, después dos o tres integrantes de cada escuadra entran a un apartamento y hay que revisar todo y te indican qué es lo que podés tocar o no podés, o pedirle a un integrante de la casa que abra una mesa de luz o un armario cosa de que si hay una bomba o algo que reviente él primero.

- A medida que descubríamos al enemigo nos dábamos cuenta que era muy difícil porque tenían muchos escondites. Las cárceles del pueblo, los berretines para las armas los hacían en caños de cemento de desagües. A medida que iban declarando los detenidos se les sacaba información y así se llegaba a casas donde había que buscar y buscar para saber cómo estaba simulado el escondite. Fue muy difícil, incluso llegaron a atacar con ácido que arrojaban en la cara de los policías. Pasaban en un auto y te arrojaban ácido en la cara. Eso pasó muchas veces.

- Los detenidos en el centro empezaron a llegar allá por el 71-72 y la infraestructura no estaba adecuada para recibirlos. Se fue adecuando a medida de las necesidades. Se fueron haciendo los carcelajes tanto para hombres como para mujeres. Se tomó una parte del edificio para eso, incluso se estaba haciendo una enfermería que quedó para carcelaje. Pero al principio estaba todo el mundo en el piso con colchones y se les daba la comida ya cortada, solo con cucharas. En nuestro centro hubo mucha gente, los Fusileros Navales detuvimos muchas personas, pero no concibo cuando dicen que en el FusNa pasaba esto o aquello, o que se maltrataba por gusto. Yo pasé muchas guardias de carcelero junto a los prisioneros, hombres, mujeres o ancianos que por desgracia cayeron y el trato fue correcto. Viví buenos y malos momentos, pasábamos días en la calle, mal dormidos, mal comidos, días sin ver a la familia, incluso salías a la calle y no sabías si ibas a volver vivo o muerto.

- Tampoco puedo desmentir que se haya torturado, porque hubieron personalidades que estaban dentro del grupo de ellos que para que declararan o dijeran lo que sabían cierta tortura tenían que hacerle, porque era gente muy dura, que estaba en aquello de no decir nada para no quemar a un compañero o un amigo y no hablaba.

- Era una situación que se vivía a diario, e incluso a mí personalmente me tocó decir: "Mirá fulano andá y avisale al servicio de inteligencia que hay un proveedor que aguanten un poco la mano..." porque a veces se escuchaban los gritos cuando estaban torturando, y si escuchaba un civil salen para afuera los comentarios...

- Había gente específica para esa tarea.

- Hubo un momento en que la guerrilla se puso más complicada, porque estaba más organizada, había gente muy inteligente trabajando con ellos, arquitectos, ingenieros, médicos y entonces nos encontramos con cosas que no estaban al alcance nuestro, como los berretines ocultos, las cárceles del pueblo, se fue aprendiendo sobre la marcha. La guerrilla urbana es muy complicada, morían compañeros y a uno le dolía, no sabías quién era el que te podía atacar.

- Cuando la toma de la Ciudad Vieja por parte de la Armada el personal subalterno sabía que algo se venía pero no exactamente qué. Algo se escuchaba por la prensa pero no se tenía claro qué era, pero sabíamos que había una división dentro de los mandos militares, entre la Marina y el Ejército. Se llegó a pensar en un enfrentamiento. A mí me tocó estar el día del sitio de la Ciudad Vieja en las Bóvedas, apostado con un grupo que estaba a mi mando. Estábamos en la azotea para aguantar la entrada del ejército al puerto. Estuvimos casi veinticuatro horas ahí y la orden era disparar, no dejar que el ejercito pasara. Por suerte no pasó nada, pero cerramos toda la aduana. Incluso salió en la prensa que los Fusileros Navales habían tomado la Ciudad Vieja con fuerte artillería, y teníamos unos fusiles que tirabas un tiro y se te caía el caño. Lo que podía salvar eran los barcos que estaban apuntando a puntos estratégicos como Ancap o la Central Batlle, se estaba jugando con eso.

- En el centro los prisioneros no sabían lo que estaba pasando, no estaban al tanto de la información salvo lo que pasa en todos lados que hay infiltrados, gente de nuestro lado que les pasaba datos. Como cuando se armaba un operativo o un allanamiento a una casa y cuando llegábamos habían desaparecido, hacía cinco minutos se habían ido, incluso con los platos de comida caliente en la mesa.

- Teníamos que cuidarnos nosotros mismos del enemigo, porque no sabíamos quién era. Nos daban clases, nos hablaban mucho de cómo cuidarnos incluso de los nuestros, ni siquiera en la casa se podía comentar. Te hacían como un lavado de cerebro, que no hables ni con tu esposa porque ella le puede comentar al vecino y este a otro y todo así.

- Durante la dictadura se detuvo a mucha gente, mucha y  como habíamos ganado la guerra en algún momento ésta iba a terminar. El presidente se vió desbordado y por eso tuvo que entregar el mando a los militares. Si hubiese seguido un gobierno democratico no se iba a poder parar a la guerrilla.

- Para la población civíl fue nefasto, pero para muchos la dictadura fue buena. Personalmente no puedo hablar mal porque en esa época fue en la que viví mejor. Incluso mejor que ahora, nunca faltó nada, ni verdura ni carne, cada quince días estábamos cobrando, incentivos, premios. Después cuando vino la democracia caímos a pique y no nos levantamos más.

- Nunca sentí rechazo por haber sido militar, por parte de la gente, incluso muchas personas dicen que en la dictadura se vivía más tranquilo, porque no habían tantos robos, ni tanto malandraje. Había más seguridad en las calles, hoy la policía no puede combatir la delincuencia. Pero sin duda hubo una división en la sociedad.

- Pienso que investigar sobre lo que pasó no es necesario, salvo para aquellos familiares que tienen desaparecidos, pero los presos tuvieron su amnistía. Además prácticamente en todos los países sudamericanos pasó lo mismo y un solo gobierno no se va a poner a investigar a ver donde está fulano o mengano. Es muy dificil, se podrán hallar los cuerpos pero no van a llegar a nada, incluso para hacer justicia 20 o 30 años después no se va a poder. Entonces también tendrían que investigar a los tupas que hoy son senadores, en qué estuvieron involucrados o qué delitos cometieron. Es chocante ver hoy a los que mataron gente siendo políticos. Cuando los largaron en el 85 sentí mucha impotencia, pensar que pasé tanto trabajo, tantas horas sin dormir, pasando hambre y frío para detenerlos y cuando vino la democracia los largaran. Hubo gente que pagó inocentemente, que no tuvo nada que ver y cayó por un error, pero otros no. Nuestra lucha no fue en vano, pero siento que los largaron impunemente. Pero nosotros hicimos lo que teníamos que hacer.

- En el FusNa  obtuve una experiencia que en ningún otro lado hubiese tenido, tanto en disciplina como en otras cosas, costumbres, higiene, entrenamiento.

- Si la guerrilla hubiese ganado hoy no existirían las Fuerzas Armadas, porque si los que tienen todas las posibilidades tanto en armamento como en capacidad humana para combatir la guerrilla no pueden, entonces no tienen razón de ser.

- Valió la pena la vida militar, nunca me maltrataron y siempre fui respetado, combatimos lo que estaba perjudicando al país. Si pudiera lo haría de nuevo.

          El marinero de primera O. Sosa se jubiló de la marina, actualmente tiene 57 años y se desempeña como cocinero.