Comentario sobre la Propuesta Didáctica para la Educación Sexual en Primaria

x Graciela Gómez Palacios [1]

Ha sucedido aquí en Uruguay, en mi recuerdo y experiencia personal al menos,  que cada vez que se han promovido acciones, leyes o movimientos que tienen que ver con nuestra sexualidad y nuevos derechos sobre ésta, surgen voces y acciones desde diferentes instituciones  principalmente religiosas y también laicas, así como de diversas personas, periodistas y corporaciones.
Sucedió hace veinte años, eso en mi registro y tal vez otros tengan otra data, cuando trabajando en prevención de VIH (Sida) y se impulsaba con fuerza, por primera vez públicamente, el uso del condón como método de prevención. Surgieron voces airadas, incluso de Ministros de Salud Pública (en 1991 y 2000) Las directivas de Ministros impedían la entrega gratuita y pública de preservativos “por oponerse a sus convicciones filosóficas y religiosas”, pronosticando una promiscuidad que el uso del condón iba a traer.

Luego, cuando se trató de legislar sobre derechos de homosexuales y transexuales, nuevamente aparecen los temores y prejuicios de que se promoviera una proliferación de homosexuales (se aprobó en 2013 la Ley de Matrimonio Igualitario en tratamiento desde 2011 ¡¡regía hasta el momento  una legislación del año 1859!!). Se realizaron entonces declaraciones de diferentes representantes de la Iglesia católica en contra de la ley por entender que atacaba a la familia y sucesivas marchas que apoyaban esa postura, con participación de legisladores y ciudadanos temerosos de que sus hijos o hijas se decidieran por una opción sexual no bien vista socialmente pero que les brindara la posibilidad de elegir una vida para ellos más feliz que en un matrimonio o familia tradicional.

Ni hablar cuando la aprobación de la “Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo”, mal llamada ley del aborto, resistida por religiosos y laicos de diferentes organizaciones y también por legisladores de diferentes partidos políticos, aprobada finalmente luego de conversados acuerdos.

Creo que ha sucedido lo mismo con la publicación por parte de  ANEP de la “Propuesta didáctica para la educación sexual en Educación Inicial y Primaria” destinada a maestras y maestros.
Surgieron, desde los lugares ya mencionados y otros algo sorpresivos, ataques y críticas con mayor o menor fundamento, entre otras cosas por entender que el libro atenta contra el “natural derecho de la familia” a educar a sus hijos en el tema sexualidad.
No me asombra que suceda nuevamente porque creo que siempre que se dan pasos en pos de desarrollo de derechos  afectivos, sexuales, económicos, sucedió y sucede que hay quienes no logran ver hacia dónde conducen esos pasos. Creo que el tema de la sexualidad es más resistido porque refiere a una actividad que se considera privada, pese a que luego todas y todos compartimos esa actividad en el trabajo, el bar, en el grupo de amigos o amigas y algunos/as la exponen con imágenes y expresiones en facebook.
¿O acaso el uso o no del condón con la pareja, la homosexualidad  del conocido, familiar o compañero/a de trabajo, el aborto que tuvo o tiene que hacerse la amiga o novia no son compartidos en muchos ámbitos en los que interactuamos?
Lo nuevo, lo que no conocemos da miedo, pero lo peor es paralizarse y no hacer por temor.
¿Qué hay de bueno en este tema del nuevo libro? Que nuevamente nos pone frente al tema de nuestra sexualidad, lo hablamos, lo discutimos. Es de aplaudir la iniciativa de ANEP de poner el tema de la educación sexual en las aulas, en lo formal, en donde faltaba ya que educación sexual informal los niños, niñas y adolescentes la reciben en la calle, en  la cancha de futbol, en el recreo, en el baile y en las redes sociales.
No es mi intención defender todos y cada uno de los  contenidos que trata la referida publicación. Me voy a referir esta vez al tan mentado juego “abrazos, cosquillas y masajes” que promovió una marcha en su contra con el lema “a mis hijos no los tocan”, a ese juego que el abogado Sarthou siente como peligroso por su “potencial erótico”.
Para quienes no han accedido al manual explico: el juego consiste en formar parejas de diferentes o igual sexo y realizarse cosquillas, luego un abrazo y masaje en la cabeza, supervisado por el maestro o maestra.
Este juego es planteado en el manual para docentes- es importante recordar que es para los docentes- con libertad de usarlo ó no según sus creencias, conocimientos y  afectividades. 

Parece poco adecuado juzgar y evaluar las emociones y acciones de niños, niñas y adolescentes desde el lugar de nosotros, adultas y adultos según nuestras experiencias, creencias, conocimientos, genitalidades, sexualidades y prejuicios.
¿Creen algunos adultos/as que los niños y niñas sienten las cosquillas y los masajes como las siente un adulto? ¿Creen que tienen el mismo bagaje afectivo, cultural, sexual, genital, para estar amenazados por esos masajes, cosquillas o abrazos?
Seguro las niñas y niñós sentirán placer o desplacer con libertad de expresarlo, estando entre pares, entre iguales,  y la preocupación de algunos de que al estar presente un adulto tutelar, maestro o maestra, impida que se manifiesten no la creo válida. Los niños y niñas suelen manifestar en el ámbito educativo palabras o acciones que jamás hacen en su casa, en familia, porque el temor a la represión es mayor. De mi experiencia como Educadora Sexual en diferentes espacios educativos, formales (escuelas y liceos) y no formales (clubes de niños, grupos recreativos) no he registrado personalmente, y tampoco los otros adultos participantes en esas actividades, un aumento de actitudes sexualizadas no acordes a las edades de los grupos.  Sí puedo destacar la confianza para expresarse, el respeto por los acuerdos de privacidad de la información que en el grupo se expresa y también la desconfianza y el temor de si esto que allí se habla se le dice a su familia.
 Los educadores hemos escuchado muchas veces a mamás o papás decir “eso en mi casa no lo hace”, “mi hijo no es capaz de hacer eso”  tanto si le decimos que hizo una hermosa torta o le decimos que insultó a un compañero y no significa que sean malos padres o madres, solamente que los seres humanos actuamos diferente  en distintos lugares y la casa o familia no es la escuela.
 En cuanto al placer y erotismo está comprobado que se entrenan por uso y se enriquecen o deterioran de acuerdo a las experiencias sensoriales de cada individuo.  Si queremos saber más, ver la interesante y educativa entrevista a Daniella Agrati, publicada en la diaria [2] .
 Subo el rango de edad y, claro, puede decirse que éstos más grandes ya saben algo de cuerpos sexuados y de genitales (argumento muy usado por abusadores para justificar desde el acoso callejero al abuso puro y duro) pero aún así ¿alguien cree que un adolescente es una amenaza para un compañero ó compañera dentro del salón de clases y con su maestro/maestra dirigiendo la actividad?
No ignoro acercamientos, exploraciones y hasta abusos entre la población infantil y adolescente, tampoco frecuentes. Si sé que es más lesiva y dañina una mano grande adulta y abusadora, con experiencia sobrada y tacto entrenado (demasiadas veces de alguien cercano y confiable) que la de un compañero o compañera conocida a la que puedo darle una piña, gritarle o morder.

(Próximo comentario de la autora: La educación sexual en la familia y la escuela)
                      


[1] Educadora sexual, Psicóloga, madre

 

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